A principios de la semana
pasada, desde el entorno más inmediato de Carles Puigdemont se anunció que, al
no poder ser investido por vía telemática, se convocaría en Berlín, a la
dirección de su partido el PDECat, para comunicarles el nombre de su sucesor al
frente del Govern de la Generalitat y que después se pondría en contacto con
sus socios de ERC para informarles de su decisión. Ni una cosa ni otra.
Ninguneo a los suyos y falto el respeto a los socios. El jueves a media tarde,
empezó a circular un video por las redes sociales, en el que el expresidente
anunciaba el nombre de su delfín: Quim Torra i Pla, diputado al Parlament, undécimo
en la lista por Barcelona de Junts per Catalunya (JxCat) en las elecciones del
21 D. Torra será escogido presidente provisional, hasta que Puigdemont pueda
volver o decida convocar elecciones. (¿?) Sobran los comentarios.
En enero de 2016 la CUP se
empeñó en echar a Artur Mas a la papelera de la historia y éste tuvo que dar un
paso atrás y nombrar a Carles Puigdemont como su sucesor para evitar ir a
nuevas elecciones. Entonces Mas pensó que con el perfil bajo de su sucesor
podría gobernar desde la distancia. Se equivocó. Ahora, más de lo mismo. Es muy
probable que Puigdemont haya elegido a Torra, que no tiene ninguna experiencia
política, porque piensa que será fácilmente influenciable. Incluso dicen las
malas lenguas que le ha prohibido que utilice su despacho. Así se visualizará
más su interinidad. Además, como Puigdemont aspira a formar un consejo de la
república o algo por el estilo, imagina que él será el presidente de facto.
Craso error. Demos tiempo al tiempo.
Dejando de lado, por unos
instantes, todas esas miserias política, en mi opinión, el ejecutivo que forme
Torra, deberá lidiar, como cualquier otro gobierno de cualquier otro lugar, con
la sanidad, en Cataluña tenemos las listas de espera más largas de toda España,
con la educación, somos la comunidad autónoma con más barracones para que los
niños se formen y, además desarrollar políticas sociales y luchar contra el
paro y…, pero, sobre todo, Quim Torra debería formar un Govern que restablezca
la convivencia entre los ciudadanos de Cataluña y entre Cataluña y el resto de
España. Asimismo, deberá devolver la estabilidad política y la seguridad
jurídica como primer paso para que las empresas contemplen la posibilidad de
volver. A la vez que se establecen estímulos fiscales para hacer apetecible ese
retorno.
Además, Cataluña debe
participar de forma activa y propositiva en el nuevo sistema de financiación
autonómica. También sería muy positivo que los partidos que den soporte al
Govern colaboren con aquellas fuerzas políticas que impulsan una reforma de la
Constitución y en consecuencia del Estatuto
Quim Torra debe renunciar a
cualquier tentación de unilateralidad, practicar la lealtad institucional,
respetar la legalidad y evitar aventuras que se sabe como empiezan, pero no
como acaban. Después de casi 6 años viajando a Ítaca hemos naufragado
estrepitosamente, llevamos más de 6 meses intervenidos con el 155, 5 meses sin
gobierno y 3 intentos de investidura fallidos, necesitamos una etapa de relajación
y seny.
Eso es, a mi entender, el
mínimo que le debemos exigir al President de la Generalitat número 131.Sin embargo,
después de escuchar su discurso en el debate de investidura, del pasado sábado
en el Parlament, confieso que me gustaría equivocarme, y si eso ocurre me
comprometo a pedir disculpas públicamente, pero mucho me temo que Quim Torra
Pla, no es, ni por lo más remoto, la persona más idónea para ser el presidente
de la Generalitat de Cataluña en estos momentos.
Torra empezó su intervención diciendo
que él estaba allí de forma provisional, que le auténtico presidente era
Puigdemont. Mala cosa. Así se degrada la Institución. Pero es que hizo un
discurso incendiario, mezcla de épica guerrera y sentimentalismo ramplón de
teleserie de media tarde, con soflamas políticas y sin ningún contenido social.
Tan solo un mensaje claro y poco más: seguir el mandato del 1-O y empezar un
proceso constituyente y trabajar por la consecución de la República catalana.
Quizás enardeció a los suyos, pero a muchos nos puso los pelos como escarpias,
por lo que puede ocurrir si este personaje intenta llevar adelante su proyecto.
De todos modos, vamos a
concederle el beneficio de la duda y vamos a pensar que lo del sábado fue un
calentón y que era una sobre actuación para obtener el beneplácito o, al menos,
la abstención de la CUP, como al final ha sido.
Tal y como están las cosas, dejaremos
los tuits, los artículos, el programa de gobierno y otros temas para mejor
ocasión. Prefiero aprovechar esta
ventana para sugerir a Torra y los suyos que echen un vistazo a la estrategia
que sigue el PNV en Euskadi y que comparen con lo que aquí se ha hecho y
quieren seguir haciendo. A ver que resulta más rentable para seguir avanzando y
para la ciudadanía, si la negociación y el acuerdo que practican los de Iñigo
Urkullu o el enfrentamiento y la bronca que practican los de aquí. Después, que
decidan lo que más nos conviene.
Bernardo Fernández
Publicado en e notícies
14/05/18
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