08 de maig 2018

CUANDO RECTIFICAR ES DE SABIOS


Estamos de enhorabuena. 59 años después de su creación, al amparo del nacionalismo confesional, y con más de 850 muertos a las espaldas, la banda criminal ETA ha decidido poner fin a su loca y absurda carrera hacia ningún sitio.
En efecto, el pasado jueves 3 de mayo, Josu Ternera leyó un comunicado en el que anunciaba que se habían desmantelado totalmente el conjunto de las estructuras de ETA y daban por concluida su actividad política.
Después, como no podía ser de otro modo, en el más puro estilo etarra, es decir, con mucho boato escenificaron la bajada de la persiana con más pena que gloria. Eso sí, al acto asistieron un grupo de gente que decían ser de un montón de asociaciones que no conocía casi nadie, y como cabeza de cartel Gerry Adams, en un tiempo, mandamás del Sinn Féin y como estrella invitada Michel Camdessus que fue director del FMI. Paradojas de la vida, un representante del capitalismo más brutal asistiendo al desmantelamiento de una organización seudo socialista. Ver para creer.
De hecho, en una carta firmada por ETA, fechada el 16 de abril y que se hizo llegar a diversas instituciones, así como a organizaciones políticas y sociales se anunciaba que se daba por terminado el ciclo histórico de la banda y su función.
De manera casi simultánea, aunque pasó prácticamente inadvertido, los obispos del País Vasco hacían público un mensaje pideindo perdón por las complicidades de la iglesia vasca con los causantes de tanta muerte y tanto dolor.
Ciertamente, curioso este mensaje porque son muchos los demócratas que aún llevan tatuada en algún rincón de su memoria la negativa de monseñor Setien (aquel que desde el púlpito defendía el derecho a la autodeterminación del pueblo vasco) a ceder la catedral de San Sebastián para celebrar el funeral del senador socialista Enrique Casas, asesinado por ETA, en 1984.
Para la Iglesia católica española es una costumbre demasiado habitual meterse en terrenos que no le corresponden y después olvidar al lado de quien estuvieron y que hicieron. Así, por ejemplo, llamaron a una guerra civil (la nuestra) Santa Cruzada, dieron toda clase de soporte a los sublevados, antes, durante y después de la contienda y una vez acabada, rindieron pleitesía al dictador y a sus afines. Más tarde, cuando empezaron a pintar bastos para la dictadura, de forma discreta, dejaron hacer a los curas comunistas, pero nunca pidieron perdón por las tropelías que en nombre de Dios cometieron, ni por haber dado cobertura a auténticos criminales. Ya, en plena democracia, en vez de dedicarse a cultivar las almas de sus feligreses, han sido beligerantes y se han posicionado nítidamente en contra de cuestiones y leyes del ámbito civil, tales como la ley del divorcio, la del aborto o el matrimonio entre personas del mismo sexo.
Ahora mismo, con la que está cayendo en Cataluña, no resulta muy difícil encontrar parroquias donde hay pancartas colgando de la fachada que piden libertad para los presos políticos. Pero es que fueron más de 300 los curas que en una pastoral exhortaron a los ciudadanos a ir a votar al referéndum ilegal del 1 de octubre “para defender las legítimas aspiraciones del pueblo catalán”, decían
Días atrás, coincidiendo con la festividad de la Virgen de Montserrat, el Abad de la basílica que lleva el nombre de la virgen; Josep María Soler, rezó por los presos políticos en la ceremonia que se celebró en honor de su Santa Patrona y pidió que vuelvan a su país los que están en la cárcel de manera preventiva y los que están en el extranjero.
También le pidió a la virgen que nos proteja como pueblo y nos de abrigo con su manto. Sin embargo, en ningún momento hizo referencia alguna ni a la justicia, ni a la legalidad, ni a nada que se le parezca.
Es muy triste que todo esto suceda en Occidente y en pleno siglo XXI. Por desgracia en Europa tenemos amargas experiencias de los nefastos resultados que provoca la mezcla de religión y nacionalismo. Sin embargo, parece que algunos no aprenden. Sería muy positivo que los prelados catalanes y todos sus sequitos analizaran lo sucedido en el País Vasco, no vaya a ser que aquí cometan los mismos errores que sus colegas cometieron allí. Porque, si bien es cierto que la acción política es muy distinta, allí y aquí. También es verdad que las bases ideológicas, de unos y otros se parecen como dos gotas de agua.
Así las cosas, harían bien los prelados en recordar que rectificar es de sabios. Sobre todo, si se hace antes de que sea demasiado tarde.

Bernardo Fernández
Publicado en e-notícies 07/04/18


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