25 de març 2018

ASUMIR EL FRACASO


La debilidad y el fraccionamiento de los partidos independentistas para gestionar el fracaso de la unilateralidad por la que apostaron en la anterior legislatura es una evidencia. El desbarajuste es tal que, pese a tener una mayoría suficiente para gobernar, son incapaces de pactar un programa de mínimos, formar gobierno y sacar al país del bloqueo político en el que está sumido.
De todos modos, aunque la excusa que dan es el nombre del futuro president, el problema de fondo es el reparto de poder. Así, por ejemplo, la batalla por el control político de los medios de comunicación entre JcxCat y ERC es despiadada, desde quien pone al director general hasta quien decide el nombre del responsable de un informativo; pero es que lo mismo se puede decir del resto de departamentos, donde hay dinero para gestionar o poder a tocar, surge el debate para ver quien lo controla.
Quizás los soberanistas necesiten tiempo para recomponerse, pero el país no puede esperar mucho más. Rectificar no es fácil, menos cuando se ha jugado a todo o nada y se ha perdido. Ahora, para muchos altos cargos la cuestión ha pasado a ser de simple supervivencia.
En estos momentos lo que toca es dejarse de universos ficticios, volver al mundo real y explicar las cosas como son, no como habían soñado algunos que podían ser. Hasta Carod Rovira, poco sospechoso de connivencias con el constitucionalismo ha pedido un poco de decencia política y que se le diga a la gente la verdad.
Para empezar, deberían admitir que la república catalana no existe, que los días 6 y 7 de septiembre lo que sucedió en el Paralament de Cataluña fue, como mínimo, un intento de golpe de estado. Se vulneraron los derechos de los ciudadanos y de los diputados de la oposición, como ha puesto de manifiesto una resolución del Tribunal Constitucional hecha pública estos días como consecuencia de un Recurso de Amparo solicitado por el PSC, ante los graves hechos de aquellas lamentables jornadas.
Después deberán admitir que lo del 1 de octubre, además de ser un acto ilegal, carecía de las más mínimas garantías democráticas para llevarse a cabo. Además, deberían asumir que se vulneraron los derechos de los ciudadanos porque se obtuvieron nuestros datos de manera fraudulenta.
Y para cerrar esa relación de despropósitos que se diga públicamente, como han hecho todos los soberanistas que han desfilado por los tribunales, a excepción de la cupera Mireia Boya -que al menos tuvo la dignidad de decir lo mismo en un sitio que en otro-, que la DUI del 27 de octubre no tenía ni intencionalidad política, ni validez jurídica alguna.
De forma simultánea, que sugieran a la ciudadanía que vayan dejando los lacitos amarillos en casa y que dejen a jueces, fiscales y defensas hacer su trabajo sin presiones, que bastante complicada es la situación. Después de todo eso, se pondrá empezar a recomponer puentes y poner el país a funcionar que buena falta hace.
Dice un refrán popular que “rectificar es de sabios” y, en mi opinión, asumir un fracaso y reconocer los errores cometidos, de personas inteligentes.


Bernardo Fernández
Publicado en el Catalán 22/03/18

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