Debe quedar claro que los
únicos responsables de los atentados perpetrados en Barcelona y Cambrils, el
pasado 17 de agosto, son el descerebrado que conducía la furgoneta que arrolló
a los confiados paseantes de Las Ramblas y los locos que estuvieron a punto de
causar una masacre en el pueblo costero tarraconense. En el mismo nivel hay que
situar a aquellos que les inflaron la cabeza y les impulsaron a la
radicalización ideológica, y a esos individuos que, desde las sombras, les
dieron la cobertura necesaria para llevar a cabo semejante barbarie.
En este contexto, y como no
puede ser de otra manera, toda la solidaridad con las víctimas, familiares,
allegados y aquellos que, de un modo u otro se vieron involucrados. Al fin y al cabo, todos somos víctimas.
Igualmente, el soporte y
reconocimiento incondicional para los agentes de los diferentes cuerpos de
policía que actuaron poniendo en riesgo sus vidas, primero para ayudar y
después para capturar y abatir a los criminales. También, el mismo soporte y
reconocimiento a los equipos de emergencia, a los equipos sanitarios, a los
taxistas y a un sinfín de ciudadanos anónimos que ayudaron cuanto pudieron a
cambio de nada.
Dicho esto, que me parece de
pura justicia y para centrar el tema, hay que poner de manifiesto que somos
muchos los ciudadanos que albergamos serias dudas de las políticas de
prevención llevadas a cabo antes de los atentados, la gestión de los mismos y
la información que se ha dado sobre la cuestión, desde las altas esferas
políticas.
Por ejemplo, sería bueno saber
los contactos mantenidos entre la policía belga y los Mossos sobre el imán Es
Satty, según parece impulsor y cerebro de la barbarie. Unos contactos que
primero negó la dirección de la policía de la Generalitat, más tarde se
calificaron de “informales” y últimamente han resultado ser “bilaterales.”
Por otra parte, sabemos que el
chalet de la urbanización próxima a Alcanar era una casa okupada, allí se
hallaron más de 100 bombonas de butano, 500 litros de acetona, material para
fabricar explosivos, tornillería etcétera, sin embargo, nadie había detectado
nada. Extraño, ¿no? Asimismo, a las pocas horas de los hechos El Periódico de
Catalunya publicaba la noticia de que el 25 de mayo los Mossos habían recibido
un aviso de una fuente de inteligencia de EEUU que alertaba de un posible
atentado en Las Ramblas de Barcelona. De forma automática, tanto desde el
Govern como desde la alta dirección de la policía catalana se negó en
reiteradas ocasiones que ese aviso existiera. Sin embargo, ante la insistencia
del medio de comunicación y la publicación de determinados documentos y pruebas,
los responsables políticos y policiales han acabado admitiendo que recibieron
un aviso, pero que no era de la CIA. Por el contrario, los órganos de lucha
antiterrorista del Gobierno Central afirman que recibieron ese aviso y que
provenía del Centro Nacional contra el Terrorismo de EEUU que se coordina con
la CIA.
Tampoco están nada claras las
actuaciones llevadas a cabo tras la explosión
del chalet de Alcanar y que según parece fue el desencadenante de los
atentados. Desde la Guardia Civil afirman que se ofrecieron para colaborar a
esclarecer los hechos, pero su ayuda no fue tenida en cuenta. Sn embargo, desde
los Mossos la información sobre este asunto es contradictoria. Mientras el
comisario Albert Oliva portavoz del cuerpo de policía dijo que declinaron el
ofrecimiento de la Benemérita por considerarlo innecesario, el comisario mayor,
Josep Lluís Trapero, aseguró que la Guardia Civil nunca llegó a ofrecer su
apoyo. Es obvio que alguien miente, las preguntas, aquí, son pertinentes,
¿quién’ y ¿por qué?
De igual modo, resulta extraño
que después de lo que había ocurrido en Las Ramblas de Barcelona y estando,
como era lógico, en máximo estado de alerta, los cuerpos de seguridad no
detectaran a un grupo de individuos que visitó hasta cuatro veces una
gasolinera próxima a Cambrils y que a la postre fue el comando que atentó en la
mencionada localidad.
Sea como sea, aunque las
fuerzas de seguridad cometieran errores la responsabilidad es única y
exclusivamente de aquellos que ejecutan la acción y de sus compinches. Por si
alguien tiene alguna duda, con los atentados de Atocha, en marzo, 2004, y las
falacias que después se nos quisieron hacer creer ya quedamos vacunados contra
la mentira y la ignominia. En una sociedad madura, libre y abierta como se la
nuestra, los ciudadanos tenemos derecho a saber. Queremos saber, la verdad,
toda la verdad, por muy descarnada que sea. Lo otro, pudo que fuera válido en
otras épocas y en otros regímenes. Aquí y ahora, no.
Bernardo Fernández
Publicado en e.notícies.com
04/09/17
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