10 de maig 2017

POR SENTIDO COMÚN

Mal les pese a los profetas de las catástrofes y a los agoreros sistemáticos, la recogida de avales para los aspirantes a secretario general del PSOE ha sido una nueva lección de participación y democracia interna de los socialistas. Ciertamente, es una lástima que una militancia tan leal, tenaz y perseverante no tenga, a día de hoy, ni un proyecto con el que ilusionarse ni un dirigente con carisma y capacidad política que esté a la altura, pero así son las cosas.
No obstante, esta batalla democrática por la recogida de avales ha merecido la atención de los medios y la mirada, más o menos recelosa, de los adversarios. Eso demuestra que el partido socialista pese a estar en horas bajas, sigue siendo mucho partido, aunque a algunos les gustaría darlo por finiquitado.
El interés que entre los afiliados ha despertado este proceso, lo demuestran los números: de 187.949 militantes censados, casi 133.000 han avalado a uno de los tres candidatos en liza. Susana Díaz con casi 60.000 avales ha sido quien más ha obtenido, mientras que Pedro Sánchez se ha quedado con unos 6.000 menos y, muy lejos, Patxi López con menos de 11.000 superando por poco más de 1.000 el mínimo exigido de 9.368 para poder pasar a la siguiente ronda.
Con este panorama de fondo y a tenor de lo sucedido, no queda otra que interpretar esa recogida de firmas como una primera vuelta de las primarias. En esas circunstancias, lo más razonable sería que el candidato con menos avales, dada la situación que está viviendo el socialismo y el mano a mano en que se ha convertido este proceso, presentara su renuncia a seguir compitiendo. En mi opinión, se equivoca Patxi López al considerar que su candidatura es más necesaria que nunca ante la fractura -que según él- sufre el partido, entre los partidarios de Sánchez y Díaz. Lo que puede lograr el vasco, si no se apea de la carrera, es la frustración de sus votantes, la suya propia, condenar a quienes le apoyan a la irrelevancia y quien sabe si, también, a distorsionar los resultados finales. Cuando los duelos son en la cumbre ni los sobresalientes ni los subalternos deben aparecer en pantalla.
Patxi López fue elegido secretario general del partido socialista vasco en 2002. En 2009, pese a quedar los socialistas como segunda fuerza en las elecciones al Parlamento Vasco, tras el PNV, fue elegido lendakari al llegar a un pacto de investidura con el PP. Después, en 2012, el PNV volvió a ganar las elecciones autonómicas e Iñigo Urkullo asumió la lehendakaritza.
Tras las elecciones generales de 2015, fue propuesto para presidente del Congreso de los Diputados, gracias al acuerdo entre el PSOE y Ciudadanos un día antes de la constitución de la Cámara, acuerdo al que el PP se sumó no presentando ningún candidato a presidir la cámara baja. Fue investido presidente del Congreso de Diputados el 13 de enero de 2016. En enero de 2017 anunció su decisión de presentarse a las primarias para la secretaría general del Partido Socialista Obrero Español.
En definitiva, Patxi López tiene una envidiable trayectoria política y una hoja de servicios impresionante. Es, en mi opinión, un buen tipo, un gran socialista y una mejor persona. Sin embargo, ahora, tras comprobar cómo están las fuerzas tras la recogida de avales me parece oportuno señalar que por sentido común y, pensando en el bien del partido, debería retirar su candidatura. No es su momento.
Al menos, eso creo yo.

Bernardo Fernández

Publicado el 08/05/17 en E-noticies.cat.

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