EL juez
Álvaro Martín ha decidido procesar a los expresidentes de la Junta de Andalucía
Manuel Chaves, José Antonio Griñán y otros 24 altos cargos, acusados de
prevaricación por el caso de los ERE. A pocas semanas para las elecciones
generales del 26 de junio, esa iniciativa es, sin ningún género de dudas, un
torpedo en la línea de flotación del partido socialista.
En el
auto, de casi 100 páginas, el magistrado pone de manifiesto que Chaves,
"como responsable máximo del gobierno de la comunidad, impulsó la
implantación" de este procedimiento para la distribución de ayudas y
subvenciones, sistema que "mantuvo" Griñán en su condición de consejero de
Economía y Hacienda y presidente de la Junta.
Como
cabía esperar, a los carroñeros de la política les ha faltado tiempo para,
confundiendo churras con merinas, lanzarse sobre la presa. Ahora bien, querer
meter en el mismo saco a Chaves, Griñán, Bárcenas, Pujol, Granados u otros
personajes de la misma ralea es no haber entendido nada o tener muy mala fe.
En su
momento, serán los tribunales los que diluciden si los expresidentes actuaron
conforme a derecho o, por el contrario, hubo exceso de confianza, negligencia
en la gestión o intencionalidad para defraudar al erario público y, si así
fuera, deberán asumir sus responsabilidades como lo haría cualquier otro
ciudadano.
No
obstante, debe quedar claro que no existe la menor sospecha de que se haya
producido lucro personal. Ni Chaves ni Griñán tienen
cuentas en paraísos fiscales, ni han recibido sobres, ni sobresueldos. Ambos son
personas honradas y honestas, que no han realizado acción alguna que
pudiera afectar su honorabilidad. Sin embargo, es evidente que el trasfondo
político de la causa será inevitable.
En
cambio, determinados individuos, que están en la mente de todos, han mantenido sistemas
de financiación paralelos para su partido político, han metido la mano en la
caja, se han llevado el dinero a Suiza y se han enriquecido con prácticas
fraudulentas hasta causar la vergüenza de sus correligionarios. Otros han
mentido al fisco durante años y años en beneficio propio y, a su vez, han
montado una estructura mafiosa y criminal con la propia familia para llevarse
“mordidas” y porcentajes variados sobre la obra pública.
Por
eso, aunque parezca una verdad de Perogrullo hay procesados y procesados, y es
que, mal les pese a algunos, no todos son iguales.
Bernardo
Fernández
Publicado
en ABC 08/06/16
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