17 de maig 2016

BEGIN THE BEGUIN

Begin the Beguin es una canción escrita en 1934, durante un crucero por las islas Flyl, por Cole Porter. De este estándar de la música popular estadounidense se han hecho infinidad de versiones y se tradujo al castellano, de forma libre, como Volver a empezar. Según el diccionario de música de Oxford es una polka lenta, si bien se asemeja más a una rumba lenta; aunque quizás los líderes de los partidos políticos que se han de presentar a las elecciones del próximo 26 de junio, preferirían bailar tras los comicios un foxtrot como El humo ciega tus ojos, del mismo autor, y así poderse abrazar a uno o varios adversarios para no perecer despeñados.
Hay quien sostiene que esas elecciones son una segunda vuelta de las del 20 de diciembre. No seré yo quien entre en ese debate nominalista, sobre si son, o dejan de ser segunda vuelta de algo. Eso me parece irrelevante. Lo que considero sustancial es cómo van a afrontar, tanto la ciudadanía, como las organizaciones políticas, esta segunda oportunidad.
El pasado 20 de diciembre los electores acudieron a las urnas con el convencimiento mayoritario de que el bipartidismo tenía los días contados y el sistema de partidos iba a cambiar. Ciertamente, eso fue así, pero no tanto; es decir, a trancas y barrancas las dos organizaciones históricas (PP, PSOE) han aguantado el tirón, pero se han dejado muchas plumas por el camino y los emergentes han llegado pisando fuerte, aunque sin avasallar. De hecho, estamos ante un proceso electoral imterruptus. Ahora veremos cuál es la reacción de los electores ante esta situación de aparente descontrol. Si perseveran en el cambio o se resignan y optan por un día de playa, aunque eso pueda suponer cuatro años de un gobierno contrario a nuestros intereses.
Si para algo han servido estos cuatro meses largos de negociaciones y pactos frustrados, ha sido para conocer un poco más el talante de los aspirantes a presidente de gobierno, sus equipos y sus estrategias.
Así, por ejemplo, hemos visto quien se ha sentado a la puerta de su casa esperando el fracaso de sus adversarios y soñando que luego vendrían a suplicarle una gran coalición.  También ha habido quien ha hecho de la necesidad virtud, y ante unos resultados electorales nefastos, ha buscado, con ahínco, el acuerdo y el pacto, si bien es verdad que ha fracasado en el intento. De igual manera, hemos visto la capacidad de maniobra de otros para quitarse la etiqueta de marca blanca y jugar, sin complejos, con más de una baraja. Y, como no podía ser de otro modo, no ha faltado el postureo. Resultó bochornoso y muchos sentimos vergüenza ajena, al ver cómo alguien, sin ningún tipo de negociación previa, se auto proponía para vicepresidente otorgaba ministerios y pocas semanas después se auto excluía.   
Días atrás se hizo público el barómetro de abril del CIS, según el mismo el PP y Podemos están pagando su actitud en estos meses tras las elecciones del 20 D. Pese a todo, el PP se mantiene como primera fuerza, pero retrocede 1,3 puntos respecto a los últimos comicios y los de Pablo Iglesias se dejan tres puntos en el camino. Quizás por eso, aquellos que querían asaltar los cielos y hace cuatro días tachaban a los de IU de antiguos y trasnochados, ahora sorben los vientos por formar coalición con los post comunistas. Según indican algunas encuestas es posible que den el “sorpasso” al PSOE (le superaran en votos, pero no en escaños), aunque luego, lo más probable sea que esa coalición acabe como el rosario de la Aurora. Además, está por ver la reacción del electorado potencial de otras formaciones ante esta alianza.
A grandes rasgos, este es el panorama preelectoral que, a día de hoy, nos ofrecen nuestros políticos. No obstante, considero qué, como ciudadanos, a nosotros que el gobierno resultante del 26 J sea monocolor y tenga que bailar el rock de la prisión que le imponga Bruselas o de coalición, y decidan bailar pegados como sugiere Sergio Dalma nos debería ser bastante indiferente.
Lo consustancial serán las propuestas para el día de después. Como sociedad avanzada y madura que somos, debemos exigir que se dé una solución razonable a esas más de 700.000 familias que carecen de ingresos.  De igual manera, y puesto que nos consideramos un país desarrollado, no es tolerable que, en 1,5 millones de hogares todos sus miembros estén desempleados. Asimismo, tenemos derecho a saber que va a pasar con las pensiones de nuestros mayores, porque sabemos que el sistema de cotizaciones es deficitario y no sostenible. Y también queremos que se apliquen fórmulas que hagan más elásticas las hipotecas y se puedan evitar los desahucios. Entre otras muchas cosas.
En suma, se trata de que el próximo ejecutivo que nos ha de gobernar en los próximo cuatro años baile al son que le marque la ciudadanía, que por algo somos soberanos. O eso nos han hecho creer.

Bernardo Fernández

Publicado en Crónica Global 16/05/16 

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