Los comicios
del pasado 20 de diciembre dejaron unos resultados muy difíciles de gestionar.
Quizás el bipartidismo imperfecto, que teníamos hasta ahora, no era el mejor de
los sistemas, pero el multipartidismo recién instaurado nos ha dejado, de
momento, en una situación de ingobernabilidad. Repetir las elecciones no parece
la solución más conveniente; sin embargo, y, a juzgar, cómo están evolucionando
las cosas, esa probabilidad se va abriendo paso.
Y eso es así
porque la gran coalición, al estilo alemán (PP-PSOE con la colaboración o no de
Ciudadanos), por la que apuestan algunos poderes fácticos como el económico, es
inviable. Ni el PP es la CDU ni el PSOE el SPD y, desde luego, el talante
político de los electores españoles nada tiene que ver con el de los germanos. En
la hipótesis de que ese gran acuerdo llegara a materializarse, el suicidio de
los socialistas sería un hecho y, en consecuencia, dejarían huérfano el espacio
de la izquierda que inmediatamente ocuparía Podemos.
Asimismo, hay
que descartar un pacto de derechas (PP-Ciudadanos) con la condición de que los socialistas se
abstuvieran en la investidura. Los de la
calle Ferraz han dicho que ni por activa ni por pasiva ellos facilitaran ni a
Rajoy ni a nadie del PP el acceso a La Moncloa.
Otra
posibilidad sería una coalición de izquierdas (PSOE- Podemos), pero más allá de
cualquier consideración, la suma de esos dos partidos no da los 176 escaños que
son la mayoría absoluta. Se necesitaría poner en práctica una geometría
variable sumamente complicada con la participación de CiU, ERC, y PNV que, a
buen seguro, acabaría siendo un auténtico guirigay.
Visto lo
visto, la solución más plausible sería incorporar a Ciudadanos al pacto
PSOE-Podemos y hacer una coalición de centro izquierda. Esa es la propuesta que
hizo Pedro Sánchez en el último Comité Federal y que los suyos recogieron con
no pocas reticencias. Tan solo el compromiso, del secretario general, de que
cualquier pacto se consultaría a las bases y sería evaluado por el Comité, hizo
que la reunión no acabará como el rosario de la Aurora.
Sánchez ha
decidido jugar a todo o nada. Si el
órdago le sale bien será investido presidente, si la coalición no cuaja serán
los suyos los que le indiquen la puerta de salida.
Y en mi
opinión, lo segundo es más probable que lo primero.
Bernardo
Fernández
Publicado en
ABC 03/02/16
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