Hola Toni:
No te engañaré, guardo un gratísimo recuerdo y una
cierta nostalgia, también, de aquella
etapa de mi vida en la que siendo yo diputado al Parlament, por el PSC,
llegaste tú, ya terciada la legislatura, a ocupar un escaño en representación
de Ciutadans pel Canvi (CpC), la plataforma ideada por Pasqual Maragall para llegar a sectores
de la sociedad que no llegaba el partido. Conservo de ti una imagen de
parlamentario un tanto vehemente, pero capaz, apasionado, pero eficiente.
Tengo en mi memoria pinceladas de algunos de tus
debates con parlamentarios entonces nacionalistas, y ahora independentistas, de
Convergencia, les decías de todo menos
guapos. Eras un auténtico martillo de herejes. Para ti, en aquel tiempo, el
nacionalismo, o eso me parecía a mí, era peor que las siete plagas de Egipto.
Sin embargo, supongo que, cosas de la vida, en cuanto comenzó el declive de CpC
te afiliaste al PSC. Ya me disculparás, pero a mí esos giros súbitos en
la militancia nunca me han acabado de convencer. Por sistema desconfío de los
que llegados a una cierta edad, ven de pronto la luz. Bien, sea como sea, te
convertiste en afiliado al partido de los socialistas de Cataluña y cuando las
cosas empezaron a ir mal y te quedaste sin escaño te acercaste al sector de la
organización más cercano a las tesis soberanistas. En principio nada que
objetar, cada cual es muy libre de evolucionar como más le plazca, pero no me
negarás que tu proceso evolutivo, en cuestiones ideológicas, fue, cuando menos,
acelerado. Después, cuando el PSC inició
su caída libre, te diste de baja y a los pocos meses ingresaste en ERC. A punto
estuviste de ir en las listas de los republicanos al Parlamento europeo, pero
ahí, otro converso, Ernest Maragall te piso el sitio.
Sin embargo, las recompensas siempre llegan a quien
sabe esperar y no incomoda a la
dirección, y ERC te recompensó
incluyéndote en lista de Junts pel Sí, primero y como consejero de sanidad después.
Casi nada, deberás gestionar el 40% del
total del presupuesto de la Generalitat.
En mi opinión, una de los mayores errores cometidos
por Artur Mas, en el lustro que estuvo al frente de la Generalitat de Cataluña,
fue nombrar a Boi Ruiz, expresidente de la patronal Unió Catalana d’Hospitals,
como consejero de Salud. Algo así como poner la zorra a guardar las gallinas. Con
ese nombramiento, como no podía ser de otra manera, los problemas empezaron a menudear.
Sin el menor disimulo, Ruiz intentó reducir el Institut Català de Salut (ICS) a
la mínima expresión, para dar entrada a
la iniciativa privada en el sector público de la sanidad. No le tembló el pulso
para fusionar el Institut d’Assistència
Sanitària (concertado) y el Hospital Josep Trueta (público), en Girona, con esa
fórmula resultaba más fácil derivar pacientes a las clínicas privadas de la
región.
De igual manera, se desviaban pacientes, sin el
menor pudor, del Hospital de Bellvitge a la Clínica Platón o al Hospital de
Sagrado Corazón, ambos, por supuesto, privados. Pero es que lo mismo sucede en
la práctica totalidad de los centros de titularidad pública e incluso
concertados. El recorte en la sanidad pública
genera negocio en la privada y eso, no lo olvidemos, es promovido desde
la Administración.
En esa época estalló
el caso Innova. Una trama colosal de corrupción sanitaria al más puro
estilo de la mafia siciliana y en la que están encausados importantes barones
convergentes como Josep Poblet alcalde de Vila-seca. Y mientras todo eso
sucedía el bueno del consejero de salud siguió en su cargo, sin dar la más
mínima explicación y sin que los colores se le subieran a la cara.
Después de toda esta mascarada y otras bagatelas, se
hace imprescindible revertir la situación. Para empezar, se deberían reintegrar
los 1500 millones de euros que se le recortaron al departamento de Salud entre
2010 y 2014. Asimismo, es urgente resolver el problema originado con el
pretendido Consorcio sanitario de Lleida. De hecho, una privatización
encubierta. Deberás tomar una decisión sobre el proyecto de venta de datos
sanitarios, en teoría, anónimos. Hay que
reducir de forma drástica las listas de espera, ya sea en visitas a
especialistas, pruebas diagnósticas o intervenciones.
Y, evidentemente, expulsar de la red de hospitales públicos (SISCAT) a las
empresas con ánimo de lucro.
Ciertamente, no lo tienes fácil para llevar a buen
término estas reformas. Se necesita, entre otras cosas, dinero, algo de lo que
me parece que la Generalitat no anda precisamente sobrada, voluntad, tener las
ideas claras, capacidad de dialogo acuerdo y pacto.
Espero que tengas éxito en la gestión, no por ti,
sino por los cientos de miles de ciudadanos que necesitan de unos servicios sanitarios públicos de calidad para poder
desarrollar una vida, sencillamente, decorosa.
Atentamente.
Bernardo Fernández
Publicado en Crónica Global 28/01/16
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