Pese al varapalo recibido por el PP en las
elecciones generales del pasado domingo -se han dejado en el envite 63 escaños-,
hay que felicitar a los populares porque en esos comicios han sido la fuerza
más votada. Una victoria amarga, ciertamente.
En los
sistemas de representación proporcional como el que rige en nuestro país, es
normal que los partidos exploren combinaciones distintas para formar una
mayoría parlamentaria suficiente que dé soporte a un ejecutivo. Y aunque Mariano Rajoy ha dicho que intentará
formar un gobierno estable, cosa absolutamente legítima, lo más probable es que
tenga que desalojar la Moncloa y el PP pase a la oposición.
Tampoco le ha ido demasiado bien al PSOE. Los
socialistas no han sabido aprovechar el desgaste de los populares y han
perdido una veintena de diputados. En
estas circunstancias, deberían realizar una reflexión serena pero profunda y
decidir cómo afrontan el futuro que se presenta, cuando menos, complicado.
Sin embargo, las formaciones emergentes, Podemos y
Ciudadanos han irrumpido con fuerza y han mordido espacio a los partidos
tradicionales. El bipartidismo pasa a mejor vida, y en nuestro país se abren unas
expectativas políticas inéditas hasta la fecha. El cuatripartidismo ya es un
hecho en España. Con esos resultados
sobre la mesa formar gobierno puede resultar harto complicado.
Los comicios del pasado 20 D dejan un auténtico
sudoku político para resolver y entramos en una etapa de difícil
gobernabilidad. Por consiguiente, las negociaciones serán duras, largas y
complejas. Los protagonistas políticos deberán mostrar sus habilidades y
capacidad para llegar a acuerdos. En estas circunstancias, no estaría de más
recuperar el mejor espíritu pactista de la Transición y llevar a cabo una
reedición actualizada de los pactos de la Moncloa.
Si al fin se logra un acuerdo, el gobierno
resultante del proceso negociador ha de ser consciente de que debe jugar un
papel galvanizador, puesto que se encontrará con 3 grandes cuestiones a
resolver: regeneración democrática, Estado del bienestar y encaje territorial.
Temas que van a marcar la agenda política de los próximos años. Su complejidad
y magnitud va a requerir algo más que una simple mayoría parlamentaria para
salir adelante.
De todos modos, si el posicionamiento de los
diversos partidos resultase irreconciliable, no hay que descartar nuevas
elecciones. Al fin y al cabo, la política es el arte de lo posible y gobernar
con este panorama puede resultar imposible.
Bernardo Fernández
Publicado en ABC 23/12/15
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