Después de muchos meses de marear la perdiz, de
infinidad de dimes, diretes y especulaciones a granel, Artur Mas ha logrado su
objetivo para las próximas elecciones autonómicas: concurrir con una lista en
la que coincidirán él mismo, el líder de la oposición y los representantes de
las entidades soberanistas que controlan la calle, todos ellos encabezados por
Raúl Romeva, exmilitante ecosocialista. De
esa manera, oculta las siglas de CDC, esconde la corrupción que les acecha y
pasa de puntillas sobre su más que deficiente gestión al frente del gobierno.
En estos días el tema se ha comentado y escrito hasta la saciedad, no seré yo
quien insista. Tan solo dar la enhorabuena al president por haberse salido con
la suya.
No obstante, Mas, los que le rodean y el
independentismo en general no puede ocultar el huevo de la verdad por más
tiempo. Ha llegado el momento de que nos
expliquen, con claridad, que sucederá si la lista del president (cosa que dudo),
gana las elecciones y se produce la “desconexión” del resto de España.
Los ciudadanos queremos saber cuántos diputados se
necesitan para declarar la independencia (habida cuenta de que para modificar
el Estatut se requieren 2/3 de la cámara catalana, esto es 90 diputados).
Asimismo necesitamos saber de dónde saldrá el dinero para pagar las pensiones y
hacer frente al sueldo de los funcionarios.
También es necesario que nos
digan cómo se ha previsto enjugar la deuda pública de la Generalitat que, a día
de hoy, supera los 61.000 millones de euros.
Queremos saber ¿qué sucedería con Cataluña fuera de la UE y
sin el paraguas del BCE? ¿Cuál sería la actitud de las grandes empresas y de
las grandes corporaciones financieras? ¿Qué prima de riesgo nos aplicarían los
mercados? ¿Qué sucedería con el flujo comercial que mantenemos con España y los
puestos de trabajo que ese flujo genera? ¿Seguiría siendo el castellano lengua
cooficial?
Estos días, hemos visto el
corralito griego. Allí, mal que bien, el BCE ha ido inyectando dinero, aunque
con cuentagotas, a los bancos helenos, pero aquí ¿alguien pondría un céntimo si
se produjera una situación similar a la griega?
Son muchas las preguntas que
al no tener respuestas generan inquietud. Los ciudadanos queremos saber.
Tenemos derecho a saber porque después no hay vuelta atrás; lo que está en
juego es, sencillamente, nuestro futuro.
Bernardo Fernández
Publicado en ABC 22/07/15