29 d’agost 2014

LA SOLUCIÓN ES POLÍTICA

Días atrás tuve la oportunidad de asistir a un encuentro de personas de cierto prestigio y relevancia social que no están por la independencia de Cataluña. Me sorprendió, y no gratamente, tanto la radicalidad de sus planteamientos, como el soporte que otorgaban al inmovilismo de Mariano Rajoy respecto la problema catalán. Salí de la reunión con muchas dudas y alguna certeza, como por ejemplo que lo más parecido a un nacionalista catalán es un nacionalista español.


Es verdad que la senda escogida por Attur Mas para hacer de Cataluña un Estado independiente no es un modelo a seguir. Recordemos: convocó elecciones anticipadas y perdió 12 de los 62 diputados que había obtenido en las anteriores. Durante la campaña no pronunció ni una sola vez la palabra independencia ni en su programa llevaba nada sobre el particular y, sin embargo, de entonces acá, parece que lo único que existe en Cataluña es la consulta sobre el eufemístico derecho a decidir con la mirada puesta en la manida independencia. Y en base a esa hipotética nueva realidad, desde el Gobierno se afanan en construir las denominadas estructuras de Estado tales como el Consell Asesor para la Transicional Nacional, el Diplocat o la hasta ahora fallida Agencia tributaria catalana entre otros, aportando medios humanos y económicos sin parase en barras, mientras por otro lado el Estado del bienestar está siendo desballestado y empieza a ser una caricatura de lo que fue.

No obstante, justo es reconocer que la realidad es tozuda y hace tan solo cuatro años apenas el 19% de la población catalana se declaraba soberanista, en cambio hoy, el 45% de los ciudadanos están por la independencia. El detonante de este cambio hay que buscarlo en la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatut hecha pública de julio de 2010, que unido a la crisis está a punto de romper las costuras del Estado.

Por otra parte, en Cataluña se tiene la percepción de un cierto ninguneo de buena parte de España hacia Cataluña. Da la sensación que el presidente Rajoy está secuestrado por una pléyade de asesores y desconoce la realidad catalana, si es que alguna vez tuvo conciencia de ella.

Viendo que la situación iba adquiriendo tintes preocupantes, una parte nada desdeñable de la sociedad civil hace tiempo que empezó a movilizarse para hallar soluciones al conflicto catalán. Así por ejemplo, directivos de grandes empresas han hecho llegar por escrito a Rajoy una propuesta en la que defienden que se tomen medidas para facilitar el encaje de Cataluña en España, evitando de ese modo el auge soberanista. Se sabe, también, que cuando no ha sido posible la línea directa con La Moncloa, se ha utilizado la vía del intermediario o mediador, en este caso en forma de políticos o empresarios cercanos al poder para hacer llegar iniciativas concretas que logren desbloquear las relaciones entre los Gobiernos de Madrid y Barcelona.

Con este panorama de fondo, no cabía esperar grandes resultados de la entrevista de los dos presidentes (que se ha celebrado con el affaire Pujos como fondo de pantalla). Artur Mas ha hecho llegar a su homólogo un documento con 23 temas de diverso calado que según él son el núcleo duro del enfrentamiento entre Cataluña y España. Como era de esperar de este encuentro no ha salido ninguna conclusión concreta, si bien el presidente de Cataluña ha reconocido que existe un buen clima de diálogo, pero falta de voluntad política para que se lleve a cabo la consulta. Con estas perspectivas Mas ha anunciado que la consulta se llevará a cabo bajo el paraguas de la legalidad de la ley catalana.

Parece que ambos personajes han sido superados por las circunstancias. Rajoy con la inacción ha permitido que el problema se enquistara. Mas, por su parte, se deslegitimó así mismo al plantear una consulta sin informar ni negociar con el Gobierno del Estado y, por tanto, carente de toda legalidad, y eso ha hecho que quedase a merced de la ANC y de los socios de ERC que han visto en él, “el tonto útil” que les está haciendo el trabajo sucio, sacando las castañas del fuego y los llevará en volandas a la Presidencia de la Generalitat.

Así las cosas, se ve con especial preocupación la vuelta de las vacaciones, ya que para la Diada -11 de septiembre-, se está preparando una manifestación en Barcelona que se prevé multitudinaria y pocos días después en el Parlamento catalán se aprobará la ley de consultas, con la que el Govern espera convocar la consulta del 9 de noviembre.

En estas circunstancias, los Gobiernos tienen la obligación de hallar espacios para negociar y dar una salida razonable al conflicto que está generando el “encaje” de Cataluña. En definitiva, estamos llegando a un punto de no retorno. El choque de trenes está servido sino cambian las cosas de aquí a noviembre. Para que eso no suceda, es necesario que los líderes políticos, de aquí y de allí, entiendan que la solución es política.

Al fin y al cabo, no debería ser tan difícil de comprender.



Bernardo Fernández

Publicado en Crónica Global 05/08/14

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