16 de març 2014

ELECCIONES PRIMARIAS COMO REVULSIVO

Soy de los que guardan un gratísimo recuerdo del estallido de ilusión y esperanza democrática que generaron las elecciones primarias, convocadas por PSOE en 1998, para escoger entre Joaquín Almunia y José Borrell el candidato a la presidencia del Gobierno. Aquella convocatoria despertó el entusiasmo de las bases socialistas de toda España. Fue, sin duda, una campaña más animada, transparente y participativa que la de muchas elecciones generales. La victoria de Borrell por 10 puntos fue aplastante y lo más interesante es que los sondeos pronosticaban que si entonces se celebraban comicios Borrell superaría ampliamente a Aznar.


Pero sucedió que, lógicamente, no se convocaron elecciones. Algunos no quisieron asumir la derrota y empezaron a boicotear al candidato y eso, sumado a los errores del aspirante, su mandíbula de cristal y los fallos de su entorno, propiciaron la renuncia de Borrell y la posterior debacle de Almunia frente Aznar en las elecciones generales de 2000.

Después, con la perspectiva que da el tiempo, podríamos denominar a aquella etapa del socialismo español como lo que pudo haber sido y no fue. Ahora, el PSC ha puesto en marcha las elecciones primarias abiertas, un sistema inédito, hasta el momento, en nuestro país, mediante el cual Françoise Hollande llegó a la Presidencia de la República francesa y los alcaldes de Turín y Roma lograron sus respectivos bastones de mando.

Los socialistas catalanes están llevando a cabo, en más de 80 localidades de Cataluña, un proceso de elecciones primarias (si bien, no en todos los lugares son abiertas), para elegir a sus alcaldables para las elecciones municipales de mayo de 2015.

No obstante, y por razones obvias, las que tienen más relevancia y atracción mediática son las de Barcelona. Aquí han sido proclamados 5 candidatos/as (de hecho, eran 6 los aspirantes, pero uno de ellos no obtuvo el número de avales necesario para poderse presentar) a los que el próximo 29 de marzo podrán votar aquellos ciudadanos que hayan firmado una declaración individual de adhesión a los principios básicos del ideario socialista y contribuyan con un euro, además, claro está, de militantes y simpatizantes. Si ningún candidato obtiene más del 40% de los votos con una ventaja de, por lo menos, el 10% sobre el inmediato seguidor, se irá a una segunda vuelta prevista para el 5 de abril.

Para el PSC recuperar la Alcaldía de Barcelona, no es tan solo una aspiración legitima, es, también, una necesidad irrenunciable para mantener y consolidar las aspiraciones de alternativa al actual Gobierno de la Generalitat. De lo que se trata en esencia, es de superar el escepticismo y generar confianza. Por eso, la personalidad de los candidatos será el eje vertebrador de todo el proceso.

Ciertamente, Barcelona, como cualquier otra gran ciudad, es una realidad compleja. En ella se visualizan todas las injusticias, si bien es cierto que muchas son consecuencia de la sociedad globalizada en la que estamos inmersos. Las desigualdades sociales y territoriales cada vez resultan más evidentes y lacerantes, el frenazo a la ley de barrios, la marina de lujo en el Port Vell o la remodelación del Paseo de Gracia en detrimento de actuaciones en lugares más necesitados ilustran la situación. Pero eso no es todo: las inversiones en políticas sociales de proximidad han caído más de un 60% en los tres años últimos o un 42% las políticas de bienestar y hasta un 79% la inversión centros educativos en comparación con el período 2007-2011.

No cabe duda de que cuestiones para poner encima de la mesa, no faltan. Ahora bien, no será suficiente con denunciar el inmovilismo del actual Alcalde y la parálisis de su equipo de Gobierno. Los aspirantes deberán mostrar entusiasmo, sensatez, un conocimiento profundo del imbricado mundo municipal, capacidad y dosis considerables de innovación, todo en uno. Asimismo deberán ser capaces de articular un debate que brinde a la ciudadanía la ocasión de participar y sentirse copartícipes de un proyecto.

Esa es la única manera de superar la desesperanza y el fatalismo que ha interiorizado la izquierda a lo largo esta triple crisis financiera, política y social que lo ha anegado todo.

En definitiva, el candidato/a que sea capaz, desde la credibilidad, de enviar un mensaje de confianza que genere ilusión en las clases medias y populares y que no se resigne con más de lo mismo, habrá empezado a recorrer el camino para ser el próximo alcalde de Barcelona.


Bernardo Fernández

Publicado en Crónica Global 14/03/14



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