22 d’octubre 2006

LA REVOLUCION HOY

Una buena parte de la gente que nos consideramos de izquierdas en algún momento de nuestro trayecto político hemos considerado que la revolución podía ser el medio más adecuado para alcanzar nuestros objetivos.

Es evidente que este vocablo en su acepción más clásica lleva adherida una cierta dosis de violencia y, en consecuencia, no cabe plantearse su utilización en el siglo XXI en el mundo occidental. Ahora bien, existe otro modelo de revolución menos llamativo, menos vistoso tal vez, pero en ocasiones tan eficaz, o más, que aquellos que otrora se hicieron con cañones, pistolas y bayonetas caladas. Me estoy refiriendo al tipo de acción que se puede hacer con papel y lápiz desde los despachos y/o desde los lugares de representación popular, fundamentalmente los parlamentos.

Algo de esto es lo que está haciendo el gobierno de Rodriguez Zapatero desde hace dos años. Diversas leyes de carácter social han puesto de manifiesto con claridad la tendencia de este ejecutivo pero, si tuviéramos que escoger una iniciativa legislativa, sin ningún género de dudas esa sería: “La promoción de la autonomía personal y atención a las personas en situación de dependencia” Con este proyecto de ley el gobierno ha puesto sobre la mesa con toda claridad cual es el camino que quiere recorrer en cuestiones sociales. Esta propuesta, que pronto se convertirá en una realidad legal, tendrá la misma trascendencia que en su día tuvieron el derecho a la enseñanza gratuita o el derecho universal a las prestaciones sanitarias.

Estamos, pues, ante un cambio de trascendencia histórica. Y es que no puede ser de otra manera. La magnitud del asunto requería desde tiempo atrás tomar decisiones que por razones diversas, que ahora no vienen al caso, nadie quiso asumir.

A estas alturas del siglo XXI la atención a las necesidades de las personas en situación de dependencia es, sin duda, uno de los grandes retos en los países desarrollados a la hora de llevar a cabo políticas sociales. Hay que poner especial énfasis para que aquellas personas que dependen de otras para ejercer sus derechos de ciudadanía, y que necesitan un apoyo para desarrollar las actividades más básicas de la vida diaria, lo puedan hacer de la mejor manera posible, conforme a la sociedad del bienestar en la que estamos inscritos.

El envejecimiento de la población y la mayor tasa de supervivencia de las personas afectadas por diversas enfermedades, junto con el incremento de la accidentalidad grave, nos hacen evolucionar hacia una situación de personas con dependencia cada vez mayor.

Por otra parte, nuestra Constitución consagra el modelo de Estado social en el cual los poderes públicos deben desarrollar las políticas adecuadas para hacer frente a ese tipo de situaciones. En 1978 estas políticas se basaban en la protección sanitaria y en la seguridad social. Después de casi tres décadas, la necesidad de dar atención a las personas con dependencia es equiparable a la que entonces se tenia en el campo de la sanidad.

A día de hoy estas necesidades son cubiertas por las administraciones autonómicas y locales, y algo por la Seguridad Social. Pero esta situación resulta insuficiente. Ha llegado el momento de articular la prestación de este tipo de servicios de forma acorde a la demanda y sostenible con la implicación directa del Estado.

Se trata, en síntesis, de regular las condiciones básicas de la promoción de la autonomía personal y de la atención a las personas en situación de dependencia, desde la colaboración y participación de las diversas Administraciones Públicas, a partir de un sistema de atención integral, mediante el cual se puedan garantizar unos derechos básicos fundamentados en los principios de universalidad, equidad e igualdad.

O, dicho de otra forma, mejorar hasta donde sea posible la calidad de vida de los ciudadanos. Y eso, es ni más ni menos, lo que se persigue con la Ley de promoción de la autonomía personal y atención a las personas en situación de dependencia que se aprobó el pasado día 5 en le Congreso de los Diputados.

Publicado en ABC 8/10/2006

12 d’octubre 2006

Per un govern d'esquerra

Quan Jordi Pujol va guanyar les primeres eleccions autonòmiques de la democràcia reinstaurada, aquella llunyana primavera de 1980, pocs podien sospitar que a Catalunya començava una llarga etapa de governs conservadors de gairebé 23 anys.

Durant quasi un quart de segle Catalunya ha estat governada per una formació nacionalista de tall presidencialista que ha fet servir els mitjans de comunicació públics com quelcom al servei dels seus interessos, i no pas al servei del país. Això ha estat possible entre d’altres raons gràcies a la complicitat, bé per acció o per omissió, dels mitjans privats. Aquesta situació és la que, en el seu dia, va donar lloc a l’anomenat oasi català.

Catalunya Ràdio, TV3 i en bona mesura el diari Avui, per altra banda, es van convertir en aparadors naturals i ”portaveus oficiosos” dels governs conservadors.

Seria injust no admetre l’habilitat per col•locar sempre per davant de la problemàtica comú de la ciutadania -com ara, l’atur, l’ensenyament, l’habitatge, la sanitat... - problemes pretesament identitaris i de suposat caire nacional. Hem de reconèixer la capacitat per buscar i trobar sempre enemics exteriors, embolicar-se en la bandera, amagar i, fins i tot, justificar mancances i errors propis.

No és casual que tant Espanya, sota el mandat d’Aznar, com Catalunya governada per Pujol hagin estat dels països de la UE amb menys despesa social per càpita. I això n’és només un exemple. Es podrien fer comparatives d’inversió per temes socials amb altres comunitats i veuríem que Catalunya queda molt enrederida en aquestes qüestions.

Doncs bé, amb aquest paisatge de rere fons, van arribar les eleccions de novembre de 2003 i la ciutadadania va dir “prou” i es constituí un govern d’esquerres que va fer el programa de govern de progrés més ambiciós que els catalans hem tingut de la república ençà i potser fins i tot mai.

Un programa que proposa, per exemple, la universalització dels serveis a les persones dependents, o una reforma en profunditat del sistema públic sanitari, amb l’objectiu de donar millor servei al ciutadans i sabent que això passa, entre d’altres qüestions, per racionalitzar i reduir la despesa corrent, especialment allò que té a veure amb els medicaments. També estava sobre la taula una reformulació extensa del sistema educatiu, integrant el sistema públic subvencionat, per evitar així la discriminació dels nou vinguts i la d’aquells alumnes provinents de determinades classes socials. I tot això sense oblidar el pla de xoc en el terreny de l’habitatge per pal•liar la carència de vivenda que pateixen les classes populars i, sobre tot, els joves.

Amb aquests i altres paràmetres, el govern va començar a caminar i a treballar. Ara bé, és cert que moltes vegades amb més soroll del que és estrictament necessari. En ocasions, generat per ingenuïtat i manca d’experiència; altres, provocat per agents al servei d’interessos sectorials, corporatius o, senzillament, de poder.

És evident que tot es va acabar el dia que es va trencar el govern i la manca de visó política de llarg recorregut d’alguns ens va abocar a tots a unes eleccions anticipades. Per tant, ara el que toca, tenint en comte que ja tenim estatut, és centrar esforços per a que amb aquesta nova i potent eina puguem recuperar el temps perdut en temes tan cabdals pel país com són recerca, investigació, sanitat o infraestructures.

No n’hi ha dubte. Hi ha molta feina per fer. El repte és apassionant però cal que s’afronti amb serenitat, amb racionalitat i també amb rauxa i en seny a l’hora.

La història ens ho ha demostrat. La dreta nacionalista ha estat incapaç d’estar a l’alçada de les circumstàncies. Ells no saben governar, ells saben manar. Per això ara, perquè necessitem que el país avanci, ens cal un govern d’esquerra.

El Punt 20/09/06

07 d’octubre 2006

MAS O MONTILLA, UDS. DECIDEN

Los catalanes hemos sido convocados a las urnas el próximo 1 de noviembre. Ese día decidiremos quien será el Presidente de la Generalitat en los próximos 4 años, si Artur Mas o José Montilla. Los otros aspirantes, con todo respeto pero con toda seguridad, seguirán siendo eso: aspirantes.

Así las cosas, los ciudadanos decidirán si al frente de nuestro gobierno ponemos a Artur Mas, “el hombre sin pasado” lanzado y promocionado desde el poder, para seguir en él. De este modo se perpetuará un determinado modelo de gobernar Cataluña basado en anteponer las cuestiones identitarias y de nación a los problemas cotidianos de las personas. Es decir, la sanidad, la vivienda, la educación o el paro. No es casualidad que, con los gobiernos de derecha nacionalista que hemos tenido, Cataluña fuese uno de los lugares con menor gasto per capita en políticas sociales de la UE de los 15.

La otra opción es José Montilla, candidato con un currículo contrastado, alcalde de Cornellá durante varias legislaturas y con varias mayorías absolutas a sus espaldas. Después, Ministro de Industria del Gobierno del Estado donde ha demostrado ser eficiente, eficaz y resolutivo. Para corroborar estas afirmaciones basta darse una vuelta por la población del bajo Llobregat, ver como se ha transformado y pedir opinión a los vecinos. También se puede contrastar su labor al frente del ministerio y veremos que estamos ante un buen gestor. Como dicen algunos, “el mejor gestor para el mejor estatuto”.

Puestos a practicar este sano ejercicio de inmersión en la trayectoria de los candidatos propongo que alguien nos explique los logros de Mas como responsable político. Ya sea en el Ayuntamiento de Barcelona -recordemos que fue un tiempo jefe de la oposición municipal-, o como Consejero en diversos gobiernos de Cataluña de los que ha formado parte. Incluso podríamos admitir, para nuestro juego, sus éxitos en la consejería en cap. Nadie ignora que ésta fue creada a su medida para su lanzamiento mediático y político. Por cierto, no vale recordar aquel día que, mientras caía la gran nevada del siglo en Cataluña, el país quedaba incomunicado y grandes zonas sin energía eléctrica, él se lo pasaba “pipa” en una discoteca del Maresme.

No hay más. No nos podemos llamar a engaño. El día 2 de noviembre o tendremos como presidente a Artur Mas, como dicen algunos “el hombre sin pasado”. Y yo digo que sin futuro. Nadie sabe que actividad política tuvo, si es que la tuvo, en sus años jóvenes. O el presidente de la Generalitat será José Montilla, un hombre con trayectoria y con proyecto, de sobras conocida la primera e interesante y atrayente, en términos políticos, el segundo.

Montilla en este nuevo ciclo político, que se abrió el 18 de junio con el nuevo estatuto, nos hace una propuesta cargada de lógica y sentido común. Sostiene el socialista que ha llegado el momento que, sin hacer abstracción de nuestra singularidad nacional, pongamos el acento de nuestras políticas en la cotidianeidad y que también es el momento que resolver los problemas de la gente, ese debe ser el eje vertebrador de nuestras acciones. Para lograr el nuevo estatuto se trabajó mucho y bien, y ello hizo posible el mejor marco jurídico que jamás hemos tenido como pueblo. Pero solo será así, si ahora hacemos que todo eso que se consiguió sirve para que los ciudadanos vivan mejor: para que la sanidad sea mejor, para que la educación sea un herramienta de integración y liberación para todos, para que los jóvenes puedan acceder a una vivienda si tenerse que empeñar de por vida…

… Y a todo esto, Artur Mas ¿qué nos propone?
Queridos lectores el 1 N, ustedes deciden


Publicado en ABC 18/09/06

04 d’octubre 2006

EL SOCIALISMO CATALÁN EN LA ENCRUCIJADA.



Es posible que las últimas decisiones que hemos tomado los socialistas en Cataluña vistas desde la distancia puedan producir cierta perplejidad.

Analicemos los hechos:

Es verdad que en menos de tres meses se han cambiado los dos primeros cabezas de cartel. Pasqual Maragall, actual presidente y candidato a repetir como tal en la Generalitat, y Joan Clos, alcalde de Barcelona nombrado Ministro, han dejado sus plazas. Para empezar no olvidemos que la única persona con potestad para poner y destituir ministros es el presidente del gobierno. Y eso es lo que ha hecho. Decidir y actuar en función de las competencias que la legalidad le otorga.

Ante esta situación el partido ha optado, en perfecta sintonía con el hasta ahora alcalde, colocar a Jordi Hereu al frente del Gobierno Municipal. Jordi Hereu, que posee una buena formación académica, es un joven concejal de 41 años que ha desempeñado diversas responsabilidades políticas con notable éxito desde el año 1999 en que fue elegido concejal. Ha sido, entre otras cosas, regidor en diversos distritos como Las Corts o Sant Andreu y responsable de seguridad y vía pública. Parece, pues, una opción acertada para proseguir la obra de hacer de Barcelona la capital socialdemócrata del sur de Europa que un día inició Narcís Serra, continuó con notable éxito Pasqual Maragall y siguió desarrollando ya en el siglo XXI Joan Clos. De todos modos, que nadie se asuste. Éste es un tránsito necesario y obligado hasta las próximas elecciones municipales del mes de mayo de 2007. Para entonces el partido ya habrá puesto en marcha los mecanismos que el régimen interno prevé y los militantes se pronunciarán sobre quien debe ser el alcaldable de la organización por Barcelona.

En cualquier caso lo que ha hecho correr ríos de tinta y ha tenido, y temo tendrá, más resonancia mediática es la renuncia de Pasqual Maragall a presentarse a otro mandato en la presidencia de la Generalitat de Cataluña.

Es evidente que Maragall ha sido un líder heterodoxo, no adscrito a los cánones clásicos de la izquierda tradicional. De hecho, siendo alcalde ya intentó la creación de una plataforma política que suplantara en todo o en parte el espacio del partido. Sabido es que nunca sus relaciones fueron fluidas con el mal llamado aparato. Tal vez por eso, y quizás porqué quería emular al partido demócrata americano crea Ciutadans pel Canvi, organización que hace tiempo ya perdió su razón de ser, si es que la llegó a tener. Por otra parte, hay que reconocer su capacidad de trabajo. Y lo que no se le podrá negar nunca es su perseverancia, su tenacidad y su obstinación, a veces rayando en la terquedad, para lograr un objetivo.

A estas alturas nadie puede negar que él ha sabido aglutinar a la gente de progreso de Cataluña para sacar adelante el Estatuto. Es verdad que este proceso, por largo y difícil, ha eclipsado la acción de gobierno. Una acción de gobierno que ha sido importante y cuantiosa, más allá de la discusión y la anécdota, y que a menudo ha superado su propia categoría para convertirse en prueba de cargo. Políticas territoriales y ambientales, acuerdos estratégicos por la competitividad, pero sobre todo acciones dirigidas a las personas como la ley de barrios, el pacto por la educación o la ley de servicios sociales. Éstas han sido, entre otras, las enseñas de un gobierno de izquierdas, del Gobierno Maragall.

Con este telón de fondo en Cataluña el 18 de junio, con la aprobación del nuevo Estatuto de Autonomía, se abría un nuevo ciclo político. Quedarán para el recuerdo las anécdotas, las disputas, las pequeñas peleas y los pactos de pasillo. Pero lo importante es lo que ha quedado escrito y después ha sido votado y aprobado por los ciudadanos.

Un nuevo estatuto que es el mejor marco jurídico que jamás hemos tenido como pueblo. Pero solo será así si ahora hacemos que todo eso que se consiguió sirve para que los ciudadanos vivan mejor, para que la sanidad sea mejor, para que la educación sea un herramienta de integración y liberación para todos, para que los jóvenes puedan acceder a una vivienda si tenerse que empeñar de por vida…

Y aquí, que nadie se escandalice, no se trata de renunciar a nada. El concepto de nación cada uno lo entiende de una manera y todas son respetables. Nuestra singularidad nacional y nuestra trayectoria como pueblo es la que es y no vamos a renunciar a nada, Pero ahora es el momento de hacer políticas para la gente, políticas de cohesión social y de integración. Políticas mediante las cuales los ciudadanos alcancen mayores cuotas de calidad de vida. Si no es así, ese nuevo texto que tanto nos ha costado no habrá servido para casi nada.

Así las cosas, al PSC (PSC-PSOE) se le planteó un reto de extraordinaria importancia: primero, escoger un candidato que sea el nuevo Presidente de la Generalitat. Y, después, que éste sea la persona que encabece el gobierno que tiene que poner en marcha el nuevo estatuto. El estatuto de las personas. Pues bien, en ese contexto, el partido ha decidido que sea José Montilla quien lidere ese proyecto. Es verdad que de alguna manera se rompe el hilo conductor de los candidatos del PSC a la presidencia de la Generalitat. El lugar de nacimiento es distinto y la extracción social y, por tanto, la formación también. Ahora bien, hay algo que para mí es muchos más importante: todos han mamado socialismo desde pequeños y todos se han forjado en mil batallas y, lo que más importa, todos comparten el deseo de una sociedad más justa, más libre y más solidaria. Por todo eso desde el socialismo catalán hay que poner de manifiesto, ahora más que nunca, que el catalanismo es transversal y que proponer a un andaluz de origen a la más alta magistratura de país es un símbolo de normalidad democrática

Ya lo hemos dicho. Con este estatuto se abre una etapa nueva en Cataluña, pero también en España. En los próximos años habrá que desarrollarlo y aplicarlo. Ciertamente esa será una tarea compleja y para ello se necesita un gobierno con una mayoría parlamentaria sólida y que a la vez tenga la fortaleza que otorgan, primero las urnas, y luego el rigor en la acción. Y eso, sin duda, está en el caché de Montilla.

Nos jugamos mucho, es verdad. Todo cambio significa un riesgo y lo asumimos Esta en juego aquello por lo que hemos luchado años y años. Podemos pasar de tocar el cielo con las manos a hundirnos en nuestro propio detritus Vale la pena intentarlo. En las próximas elecciones al Parlament del 1N hay que obtener una mayoría suficiente para poder gobernar con sosiego y tranquilidad. Ésta sería la mejor manera de culminar este proceso de renovación que los socialistas de Cataluña hemos puesto en marcha. Al fin y al cabo se trata de evolucionar al ritmo que lo hace la sociedad de la que formamos parte y a la cual aspiramos a representar y a servir.
Publicado en EL SIGLO nº 768 18 a 24 de septiembre de 2006
EL SOCIALISMO CATALÁN EN LA ENCRUCIJADA.



Es posible que las últimas decisiones que hemos tomado los socialistas en Cataluña vistas desde la distancia puedan producir cierta perplejidad.

Analicemos los hechos:

Es verdad que en menos de tres meses se han cambiado los dos primeros cabezas de cartel. Pasqual Maragall, actual presidente y candidato a repetir como tal en la Generalitat, y Joan Clos, alcalde de Barcelona nombrado Ministro, han dejado sus plazas. Para empezar no olvidemos que la única persona con potestad para poner y destituir ministros es el presidente del gobierno. Y eso es lo que ha hecho. Decidir y actuar en función de las competencias que la legalidad le otorga.

Ante esta situación el partido ha optado, en perfecta sintonía con el hasta ahora alcalde, colocar a Jordi Hereu al frente del Gobierno Municipal. Jordi Hereu, que posee una buena formación académica, es un joven concejal de 41 años que ha desempeñado diversas responsabilidades políticas con notable éxito desde el año 1999 en que fue elegido concejal. Ha sido, entre otras cosas, regidor en diversos distritos como Las Corts o Sant Andreu y responsable de seguridad y vía pública. Parece, pues, una opción acertada para proseguir la obra de hacer de Barcelona la capital socialdemócrata del sur de Europa que un día inició Narcís Serra, continuó con notable éxito Pasqual Maragall y siguió desarrollando ya en el siglo XXI Joan Clos. De todos modos, que nadie se asuste. Éste es un tránsito necesario y obligado hasta las próximas elecciones municipales del mes de mayo de 2007. Para entonces el partido ya habrá puesto en marcha los mecanismos que el régimen interno prevé y los militantes se pronunciarán sobre quien debe ser el alcaldable de la organización por Barcelona.

En cualquier caso lo que ha hecho correr ríos de tinta y ha tenido, y temo tendrá, más resonancia mediática es la renuncia de Pasqual Maragall a presentarse a otro mandato en la presidencia de la Generalitat de Cataluña.

Es evidente que Maragall ha sido un líder heterodoxo, no adscrito a los cánones clásicos de la izquierda tradicional. De hecho, siendo alcalde ya intentó la creación de una plataforma política que suplantara en todo o en parte el espacio del partido. Sabido es que nunca sus relaciones fueron fluidas con el mal llamado aparato. Tal vez por eso, y quizás porqué quería emular al partido demócrata americano crea Ciutadans pel Canvi, organización que hace tiempo ya perdió su razón de ser, si es que la llegó a tener. Por otra parte, hay que reconocer su capacidad de trabajo. Y lo que no se le podrá negar nunca es su perseverancia, su tenacidad y su obstinación, a veces rayando en la terquedad, para lograr un objetivo.

A estas alturas nadie puede negar que él ha sabido aglutinar a la gente de progreso de Cataluña para sacar adelante el Estatuto. Es verdad que este proceso, por largo y difícil, ha eclipsado la acción de gobierno. Una acción de gobierno que ha sido importante y cuantiosa, más allá de la discusión y la anécdota, y que a menudo ha superado su propia categoría para convertirse en prueba de cargo. Políticas territoriales y ambientales, acuerdos estratégicos por la competitividad, pero sobre todo acciones dirigidas a las personas como la ley de barrios, el pacto por la educación o la ley de servicios sociales. Éstas han sido, entre otras, las enseñas de un gobierno de izquierdas, del Gobierno Maragall.

Con este telón de fondo en Cataluña el 18 de junio, con la aprobación del nuevo Estatuto de Autonomía, se abría un nuevo ciclo político. Quedarán para el recuerdo las anécdotas, las disputas, las pequeñas peleas y los pactos de pasillo. Pero lo importante es lo que ha quedado escrito y después ha sido votado y aprobado por los ciudadanos.

Un nuevo estatuto que es el mejor marco jurídico que jamás hemos tenido como pueblo. Pero solo será así si ahora hacemos que todo eso que se consiguió sirve para que los ciudadanos vivan mejor, para que la sanidad sea mejor, para que la educación sea un herramienta de integración y liberación para todos, para que los jóvenes puedan acceder a una vivienda si tenerse que empeñar de por vida…

Y aquí, que nadie se escandalice, no se trata de renunciar a nada. El concepto de nación cada uno lo entiende de una manera y todas son respetables. Nuestra singularidad nacional y nuestra trayectoria como pueblo es la que es y no vamos a renunciar a nada, Pero ahora es el momento de hacer políticas para la gente, políticas de cohesión social y de integración. Políticas mediante las cuales los ciudadanos alcancen mayores cuotas de calidad de vida. Si no es así, ese nuevo texto que tanto nos ha costado no habrá servido para casi nada.

Así las cosas, al PSC (PSC-PSOE) se le planteó un reto de extraordinaria importancia: primero, escoger un candidato que sea el nuevo Presidente de la Generalitat. Y, después, que éste sea la persona que encabece el gobierno que tiene que poner en marcha el nuevo estatuto. El estatuto de las personas. Pues bien, en ese contexto, el partido ha decidido que sea José Montilla quien lidere ese proyecto. Es verdad que de alguna manera se rompe el hilo conductor de los candidatos del PSC a la presidencia de la Generalitat. El lugar de nacimiento es distinto y la extracción social y, por tanto, la formación también. Ahora bien, hay algo que para mí es muchos más importante: todos han mamado socialismo desde pequeños y todos se han forjado en mil batallas y, lo que más importa, todos comparten el deseo de una sociedad más justa, más libre y más solidaria. Por todo eso desde el socialismo catalán hay que poner de manifiesto, ahora más que nunca, que el catalanismo es transversal y que proponer a un andaluz de origen a la más alta magistratura de país es un símbolo de normalidad democrática

Ya lo hemos dicho. Con este estatuto se abre una etapa nueva en Cataluña, pero también en España. En los próximos años habrá que desarrollarlo y aplicarlo. Ciertamente esa será una tarea compleja y para ello se necesita un gobierno con una mayoría parlamentaria sólida y que a la vez tenga la fortaleza que otorgan, primero las urnas, y luego el rigor en la acción. Y eso, sin duda, está en el caché de Montilla.

Nos jugamos mucho, es verdad. Todo cambio significa un riesgo y lo asumimos Esta en juego aquello por lo que hemos luchado años y años. Podemos pasar de tocar el cielo con las manos a hundirnos en nuestro propio detritus Vale la pena intentarlo. En las próximas elecciones al Parlament del 1N hay que obtener una mayoría suficiente para poder gobernar con sosiego y tranquilidad. Ésta sería la mejor manera de culminar este proceso de renovación que los socialistas de Cataluña hemos puesto en marcha. Al fin y al cabo se trata de evolucionar al ritmo que lo hace la sociedad de la que formamos parte y a la cual aspiramos a representar y a servir.
Publicado en EL SIGLO nº 768 18 a 24 de septiembre de 2006

20 d’agost 2006

Carta abierta a Xavier Trías, Jefe de la oposición en el Ayuntamiento de Barcelona.

Apreciado Xavier,

El pasado 27 de junio del año en curso escribías en estas mismas páginas un artículo sobre el accidente del Carmelo, sus causas y consecuencias que, si tengo que ser sincero, me dejó anonadado. He dejado transcurrir unos días y, tras haber hecho alguna reflexión al respecto, me decido a contestar tu argumentación acerca de la cuestión.

En primer lugar, debo decirte que tu artículo me sorprendió y también me dolió porque eres una persona a la que tengo estima, pero día tras día veo que en la medida que te alejas de tu objetivo, que no es otro que ser alcalde de Barcelona, se resienten tus meninges.

Me explico,

Todo tu artículo es negativo, catastrofista y sectario. Omites que gran parte de la responsabilidad del hundimiento del Carmelo es de los gobiernos de CiU. Así quedó demostrado en la comisión parlamentaria que en su día se constituyó. No mencionas para nada que el gobierno de la ciudad, con el alcalde a la cabeza, se volcó dando soporte a los afectados. Tampoco recuerdas que fueron casi la misma cantidad de personas los que dieron soporte y ayudaron que el número de afectados.

Dices que esta legislatura será recordada como la del hundimiento. En cualquier caso está por ver lo que dirá la historia, pero a mi me parece que la podríamos recordar por haber sido la legislatura en la que en San Martí se construirán 3221 viviendas de protección oficial o que las nuevas ayudas del Estado permitirán rehabilitar 70.000 pisos. O también podríamos decir que el Gobierno aportará 40 millones de euros para equipamientos culturales o…. Un sinfín de cosas más. Debe ser que yo tengo una visión más positiva e la vida que tú.

Después continúas tu escrito intentando explicar de forma sectaria la enmienda de CiU sobre las posibles repercusiones fiscales y como pueden resultar perjudicadas en el momento de hacer la declaración de renta las personas que hayan recibido ayudas para paliar la desgracia. No explicas, en cambio, que quien acepta o no una enmienda es quien propone, en este caso eran los propuestos, y por tanto es el Gobierno el que decide incorporarla para que se apruebe. Tampoco, en esta ocasión, haces referencia alguna a que tu grupo parlamentario en el Congreso, es decir CiU, no votó la investidura de José Luís Rodríguez Zapatero y éste fue elegido por la cámara Presidente del Gobierno. Menciono este hecho para poner de manifiesto que el voto convergente en esta legislatura no es decisivo en las cortes españolas. En cambio, amigo Xavier, no nos dices que siendo portavoz de tu formación votaste la investidura de Aznar ¿a cambio de qué? ¿Nos dirás algún día en que benefició a Cataluña vuestra sumisión al PP? Perdón, me he confundido, donde dice Cataluña léase Convergencia i Unió.

Otro día, si te parece y a los lectores les interesa, podemos hacer referencia a tu paso por el Gobierno de Cataluña, a cuando fuiste Consejero de Sanidad y del déficit económico que allí dejaste. Pero si lo prefieres hablamos de cuando fuiste consejero de Presidencia y de las encuestas que hiciste con dinero de todos los ciudadanos. Además de ser claramente partidistas no pasaron jamás por el Parlamento, como es preceptivo.

En fin, ya ves, podemos hablar de muchas cosas. Por cierto, no estaría de más que hicieras alguna propuesta como candidato a la alcaldía de Barcelona. He hablado en pocos días con bastantes ciudadanos y, cuando les he pedido que me digan alguna propuesta de Trias o de CiU para Barcelona, no han sabido que decirme. Lo bueno, o malo según se mire, es que yo tampoco sé que propones para nuestra ciudad.

Amigo Trias, eres un tipo afable. Te aprecio de verdad y en el fondo me sabrá mal que te des la gran castaña en las próximas municipales. Y además, lo peor, los tuyos no te lo van a perdonar y te jubilarán antes de tiempo. Y eso, la verdad, no me va a gustar lo más mínimo.

Atentamente.


Bernardo Fernández
ABC 31/07/06

12 de juliol 2006

EL RELEVO TRANQUILO

No deja de ser curioso que ahora, cuando Pasqual Maragall ha hecho público que no se volverá a presentar como candidato a la Presidencia de la Generalitat, aquellos que le denostaron y demonizaron son los que más le halagan y jalean.

Es evidente que Maragall ha sido un líder heterodoxo, no adscrito a los cánones clásicos de la izquierda tradicional. Ha tenido grandes defensores y, como no, detractores. Pero lo que no se podrá negar nunca es su perseverancia, su tenacidad y su obstinación, a veces rayando en la terquedad, para lograr un objetivo. Puedo dar fe de su carisma y capacidad de atracción, como la de pocos, en la distancia corta.

A estas alturas nadie puede negar que él ha sabido aglutinar a la gente de progreso de Cataluña para sacar adelante el Estatuto. Es verdad que este proceso, por largo y difícil, ha eclipsado la acción de gobierno. Una acción de gobierno que ha sido importante y cuantiosa, más allá de la discusión y la anécdota y que a menudo ha superado su propia categoría para convertirse en prueba de cargo. Políticas territoriales y ambientales, acuerdos estratégicos por la competitividad, pero sobre todo acciones dirigidas a las personas como la ley de barrios, el pacto por la educación o la ley de servicios sociales. Éstas han sido, entre otras, las enseñas de un gobierno de izquierdas, del Gobierno Maragall.

Pues bien, con este bagaje de sus tres últimos años y con un currículo político impresionante, este inquilino casi “permanente” de la Plaza San Jaime de Barcelona, en un gesto que le honra dice que se va, que es el momento de dejar paso a otros, a otros equipos y a otra generación. Habrá que admitir que pocos políticos han sabido dar ese paso y, cuando lo han hecho, generalmente ha sido tarde y mal. Pasqual no, Pasqual lo ha hecho en el momento oportuno para su partido y sobre todo para el país, que al final es lo que importa.

Así las cosas, al PSC se le plantea un reto de extraordinaria importancia: primero, escoger un candidato que sea el nuevo Presidente de la Generalitat. Y, después, que éste sea la persona que encabece el gobierno que tiene que poner en marcha el nuevo Estatuto. El Estatuto de las personas. Esa persona, sin duda, es José Montilla, que ha sido propuesto por la Comisión Ejecutiva del partido y ahora tendrá que ser ratificado conforme indican los estatutos y reglamentos que al respecto tiene la organización para estos casos. Ahora, cuando se ha acabado con los temas identitarios y con las cuestiones de reconocimiento nacional, es el momento de hacer políticas para la gente, políticas mediante las cuales los ciudadanos alcancen mayores cuotas de calidad de vida. Si no es así, ese nuevo Estatuto que tanto nos ha costado no habrá servido para casi nada.

Por todo eso desde el socialismo catalán hay que poner de manifiesto, ahora más que nunca, que el catalanismo es transversal y que proponer a un andaluz de origen a la más alta magistratura de país es un símbolo de normalidad democrática

Este estatuto abre una etapa nueva en Cataluña, pero también en España. En los próximos años habrá que desarrollarlo y aplicarlo. Ciertamente esa será una tarea compleja y para ello se necesita un gobierno con una mayoría parlamentaria sólida y que a la vez tenga la fortaleza que otorgan, primero las urnas, y luego el rigor en la acción, y eso sin duda está en el caché de Montilla.

Por eso, hay que obtener una mayoría suficiente para poder gobernar con sosiego y tranquilidad. Éste sería el mejor modo de coronar un relevo tranquilo y, sobre todo, sería también lo mejor para Cataluña.


Bernardo Fernández
Diputado por el PSC
al Parlament de Cataluña
ABC 3 de julio de 2006

11 de juny 2006

Estatutos, autonomías y constitución

A partir de la Constitución y los estatutos, España es hoy una realidad distinta fraguada en los últimos 25 años. En este tiempo se ha llevado a cabo un extraordinario proceso de descentralización que ha generado como resultado un gran desarrollo tanto en el orden económico, como institucional y, por descontado, en el ámbito social.

Como dijo en una ocasión el Presidente del Gobierno, “nuestra historia reciente, es la historia de un éxito”. En estos últimos años, con la instauración y el asentimiento de un sistema democrático comparable a los mejores que existen en el mundo, hemos recompuesto los puentes con nuestro mejor pasado y nos hemos situado entre los países con mejor calidad de vida, entendiendo esta expresión en el sentido más amplio.

Estamos inmersos en un proceso de modernidad donde los derechos sociales, la libertad de empresa y la solidaridad están plenamente garantizados. Como no podía ser de otra manera, el progreso se ha canalizado hacia los ciudadanos mediante el gobierno Central y las Administraciones autonómicas y locales. Por cierto, va siendo hora de que se reconozca el rol de las administraciones locales que, al estar más próximas a los ciudadanos, han desempeñado a lo largo de todos estos años. Sería, sencillamente, un acto de justicia.

Ahora bien, esto no quiere decir, ni de lejos, que todo lo que se ha hecho haya sido ni acertado, ni en la dirección adecuada. En estos últimos años se ha erosionado con demasiada frecuencia e intensidad diversa el espíritu progresista que en su día alumbró la Constitución y los estatutos autonómicos. Esto ha tenido como consecuencia, además de no pocos desencuentros políticos, la producción de retrasos innecesarios en un proceso de desarrollo que hubiera podido ser más sostenido, más racional, más equitativo y, por encima de todo, más favorable para el conjunto de la ciudadanía.

Sin temor a equivocarnos podemos afirmar que conseguir un mejor funcionamiento del sistema, consolidar el marco competencial, profundizar en los instrumentos de cooperación, mejorar la financiación autonómica y aumentar la eficacia de las administraciones públicas ha sido el leiv motiv que ha movido a todos los gobernantes desde la transición hasta hoy. Otra cosa es la versión que cada uno de ellos ha hecho del mismo tema. Utilizando conceptos musicales podríamos decir que algunos han realizado una interpretación demasiado libre de la obra

A lo largo de todo este tiempo se ha consolidado un determinado marco competencial, pero, con simultaneidad, se ha puesto de manifiesto una voluntad limitadora e incluso rácana a la hora de otorgar recursos. El caso más paradigmático es la sanidad. Aquí cabe la sospecha de que lo que se quería transferir no era tanto la competencia sino el problema en sí.

Por otra parte, es de justicia reconocer que la administración central ha perdido peso de forma casi armónica con respecto a la cesión de competencias y recursos. A pesar de este avance hemos de reconocer que no existe, todavía, una perfecta sintonía entre los tres niveles de administración y es ahí donde los entes locales se llevan la peor parte. Sería, según mi criterio, un paso adelante considerable traspasar a la administración local un paquete, lo más grande posible, de servicios personales.

También debemos considerar muy positivo que a partir de las reformas parciales del sistema de financiación se hayan repartido más recursos para autonomías y ayuntamientos. Esto nos ha colocado en unos porcentajes de distribución que podemos situar entorno al 30% para el Estado el 50% para las autonomías y un 20% para los ayuntamientos. Este sistema de reparto, de medios, pone sobre el tapete que los entes locales siguen siendo el pariente pobre y los menos favorecidos a la hora de recibir recursos, cuando lo más habitual es que den servicios muy por encima de sus posibilidades, e incluso competencias. Así las cosas, cabe pensar que hay que evolucionar hacia un reparto más equitativo que debería rondar el 30-40-30.

En la misma línea positivista hay que enmarcar el acuerdo suscrito en diciembre de 2004 entre el Gobierno Central y la CCAA mediante el cual se ha dado un paso importante en el sentido que se ha hecho posible la participación de consejeros autonómicos en las reuniones del Consejo de Ministros de la UE.

Pero la sociedad es cambiante y evolutiva y hoy tenemos sobre la mesa problemas y cuestiones que hace 25 años no existían. Por eso, entre otras cosas, el mapa competencial no se podrá cerrar nunca, lo que no quiere decir que se deba estar de forma constante y permanente con la reivindicación en los labios. Y precisamente por eso es necesario abordar, en estos momentos, sin complejos y sin traumas los nuevos retos que nos plantea la movilidad migratoria. De la misma manera debemos ver como ubicamos en nuestra sociedad las nuevas tecnologías para que éstas sean un beneficio para todos y no algo que genera división y provoca dos velocidades, es decir, dos ritmos distintos de crecimiento convirtiéndose, en definitiva, en una herramienta sólo para las élites. Y todo esto debe ser simultáneo y armónico a nuestro encaje en este mundo global que nos ha tocado vivir y, de forma muy especial, a nuestra proyección en Europa y sus instituciones.

Sin duda alguna estamos en un cruce de caminos donde corremos el riesgo de quedarnos atrapados en nuestros propios lodos o por el contrario, continuar avanzado y perseverando en lo que es el mejor periodo de nuestra historia moderna. Así las cosas, todos hemos podido percibir que en los últimos dos años se ha instalado una voluntad clara y un coraje político encomiable para llevar a cabo las reformas necesarias que nos han de permitir seguir caminando por la senda del progreso hacia un Estado cada vez más Federal, en el que sería deseable que cada cual se sintiera patriota a su manera. Como dijo Manuel Azaña, “el patriotismo no es un código de doctrina, sino algo que nos impulsa a sacrificarnos por el bien común”.

Solo si somos capaces de interiorizar que podemos vivir juntos auque seamos diferentes, podremos continuar por ese camino de progreso y bienestar descrito en este texto. Si lo que pretendemos es la uniformidad, el igualitarismo zafio y la exaltación de lo propio a partir de la negación de lo ajeno, tenemos fecha de caducidad.

Pienso, con toda sinceridad, que vale la pena perseverar en la España plural De este modo consolidaremos, por una parte, un modelo de Estado irreversible y que es punto de referencia para otros países, y por otra, conseguiremos más progreso, más libertad y más concordia para los ciudadanos de nuestro país

EL SIGLO nº 698 del 5 al 11 de junio de 2006

La decisión es nuestra

El próximo día 18 de este mes de junio, los catalanes estamos llamados a las urnas. Nos preguntaran si queremos quedarnos como estamos, o bien preferimos más autogobierno, más competencias y un nuevo y mejor sistema de financiación. Que nadie se llame a engaño, sobre eso será la pregunta y no sobre otra cosa. Ni sobre presidentes de gobierno, alianzas, pactos u otra bagatelas.

Es dentro de estas coordenadas donde los ciudadanos deberían orientar su voto. Los referéndums son terreno adecuado para que los irresponsables provoquen y la gente deje ir sus frustraciones y desencantos, aunque poco o nada tenga que ver con la opinión que se solicita.

También puede ocurrir que muchos ciudadanos pensando que ya está todo hecho dejen de ir a votar. Grave error, siempre todos los votos son necesarios. No olvidemos que un si no rotundo, sería utilizado en contra del avance y del progreso de Cataluña, necesitamos pues un si aplastante, que haga enmudecer a aquellos que han denostado sin argumentos pero si con patrañas y falsedades el estatuto y sus ventajas.

Un nuevo Estatuto que podemos sintetizar en tres líneas básicas, a saber: más autogobierno, más competencias y un sistema de financiación mejor que el actual.

En primer lugar, hay que destacar, aunque solo sea una cuestión simbólica la referencia que se hace de Cataluña como nación en un texto normativo.

Por lo que se refiere a las competencias que otorga el nuevo texto, no hay duda que daremos un gran salto cualitativo y cuantitativo. Este Estatuto reconoce los derechos históricos. Por cierto que ese reconocimiento, se hace no en base a la foralidad, sino a partir del artículo 2 de la Constitución y de otros preceptos constitucionales.

Este estatuto tendrá también un capítulo específico en derechos y deberes. Quedan en él, recogidos los derechos civiles de las personas, de la gente mayor y las familias. Se recogen, como no podía ser de otra manera, los derechos sociales de la educación, la sanidad, la vivienda, los laborales y los del medio ambiente, sin dejar de lado los políticos y administrativos.

Pero es, sin ningún género de dudas, en el tema de la financiación donde se ha llegado a los acuerdos, sino más importantes, si, al menos, más substantivos para desarrollar políticas fuertes y potentes que nos lleven a todos los ciudadanos a cuotas de bienestar hasta ahora solo conocidas por referencias de otros países, nórdicos sobre todo.

Se ha pactado que la cesta de impuestos cedidos por el Estado al Gobierno Catalán pase del 33% como hasta ahora al 50%. Este es el caso del IRPF y del IVA. Pero es que los impuestos especiales dan un salto espectacular y llegan al 58% para la Generalitat desde el 40% en que se encuentran hoy. A esto, hemos de añadir aquellos que ya son impuestos propios de nuestro Gobierno como: Sucesiones, Donaciones, Patrimonio, etc.

Esto, entre otras cosas, es lo que se pone a consideración de los ciudadanos y no otras historias. No hay que hacer ni lecturas cruzadas ni martingalas invertidas. Lo que se pregunta, el día 18, es si queremos quedarnos como estamos o queremos avanzar, ni más ni menos.

De todas formas, ha de quedar claro que es tan legítimo votar si como no. Ahora bien, sería bueno que aquellos que piden el no expliquen a cuantas camas de hospital, cuantas sillas de ruedas o a cuantas plazas de geriátrico están dispuestos a renunciar. Porqué decir no, es decir no al mayor avance que ha tenido a su alcance este país desde tiempos inmemoriales.

Al fin y al cabo, esta es la cuestión: o nos quedamos como estamos o conseguimos más medios y más recursos para que los ciudadanos disfruten de más y mejor calidad de vida.

En definitiva, seamos conscientes y consecuentes. El próximo día 18 los catalanes tenemos la palabra y, por tanto, la decisión es nuestra.

ABC 05/06/06

Ara cal dir si

Després de més dos anys de feina feixuga comencem a veure la llum al final del túnel. No ha estat gens fàcil però ara podem dir que aviat, molt aviat, tindrem un nou i bon Estatut.

Un nou i bon Estatut que podem sintetitzar en tres eixos bàsics: més autogovern, més competències i un sistema de finançament molt millor que l’actual.

A aquestes alçades ningú de bona voluntat no pot dir que aquest Estatut, que el proper 18 de juny serà sotmès a referendum, no és substancialment millor que el que tenim en vigor.

En primer terme cal destacar-hi, encara que només sigui una qüestió simbòlica, la referència que es fa a Catalunya com a nació en un text normatiu.

Pel que fa a les noves competències que otorgarà el nou text no hi ha cap dubte que donarem un gran salt qualitatiu i quantitatiu. Aquest Estatut reconeix els drets històrics. I per cert, aquest reconeixement no es fa en base a la foradat, sinó a partir de l’article 2 de la Constitució i d’altres preceptes constitucionals.

L’Estatut tindrà també un capítol específic de drets i deures. Hi queden recollits els drets civils de les persones, de la gent gran i de les famílies. S’hi recullen, com no podia ser de cap altra manera, els drets socials de l’educació, la sanitat, l’habitatge, els laborals i els de medi ambient, sense deixar de banda els polítics i administratius.

Però és, sens dubte, en el tema del finançament on s’ha arribat als acords, sinó més importants, sí, al menys, més substantius per a desenvolupar polítiques fortes i potents que ens portin a totes i tots els ciutadans a quotes de benestar fins ara només conegudes per referències d’altres països, nòrdics sobre tot.

S’ha pactat que la cistella d’impostos cedits per l’Estat al Govern Català passarà del 33%, com fins ara, al 50%. Aquest és el cas de l’IRPF i també de l’IVA. Però és que els impostos especials donen un salt espectacular a l’arribar al 58% per a la Generalitat des del 40%, que és on es troben a dia d’avui. Aquí hem d’afegir aquells que ja són tributs propis del nostre Govern, és a dir: Successions i Donacions, Patrimoni o Acates Jurídics i Documentals, entre d’altres.

En aquest apartat no podem deixar de banda l’acord a que s’ha arribat per a crear L’Agència Tributària de Catalunya. Aquesta entitat serà l’encarregada de recaptar i gestionar els tributs propis de la Generalitat i, també, els trams cedits dels impostos estatals. S’ha acordat igualment la creació, en el termini de dos anys, del Consorci Generalitat-Estat d’Administració Tributària de Catalunya. I tot això amb el rere fons de l’anomenat principi d’ordinalitat. Això vol dir que els mecanismes de solidaritat no poden alterar l’ordre de renda per càpita entre territoris i que els mecanismes d’anivellament entre comunitats han de tenir en compte els costos diferencials, com per exemple el cost de vida. Amb l’aplicació d’aquest principi evitarem que Catalunya passi del cinquè al vuitè lloc en renda per càpita com succeeix a l’actualitat.

Això és el que es posa a consideració de la ciutadania i no cap altra cosa. No si val fer-ne lectures creuades ni coses per l’estil. El que es pregunta és si ens volem quedar com estem o volem anar endavant, ni més ni menys.

De tota manera, ha de quedar clar que és tan legítim votar si com no. Ara bé, fora bo que aquells que demanen el no expliquessin a quants llits d’hospital, quantes cadires de rodes o quantes places de geriàtric estan disposats a renunciar. Perquè dir no, és dir no al major avenç que ha tingut al seu abast aquest país des de temps immemorials.

Al cap i a la fi, aquesta és la qüestió: o ens quedem com estem o aconseguim més mitjans i més recursos per a que els ciutadans gaudeixin de més i millor qualitat de vida.

Així doncs, siguem conscients i conseqüents. El proper dia 18 els catalans tenim la paraula i, per tant, la decisió és nostra.

El Punt 5/06/2006

23 de maig 2006

La manzana de la discordia


Sin ninguna duda la manzana es la fruta bíblica por antonomasia. Según cuenta la tradición fue Eva quien ofreció a Adán probar la fruta y éste, al aceptar, convirtió lo que había sido un paraíso en un valle de lagrimas, y el tránsito de los mortales por esta vida, a partir de entonces, en un crujir de dientes.

Algo similar le ha sucedido a Xavier Trias i Vidal de Llobatera en su trayectoria política. El bueno de Trias -es un decir- lo ha sido prácticamente todo en la política catalana. Consejero en diversas ocasiones, portavoz de su grupo en el Congreso de los Diputados, hombre fuerte dentro de Convergencia (su organización política) y un largo etc. Pero un buen día el patriarca Pujol le señaló como alcaldable para la ciudad de Barcelona y ahí empezaron sus desdichas. En principio rehusó la designación pero el jefe y toda la organización presionaron y él no tuvo más remedio que aceptar.

Trias es ante todo un hombre pragmático y, como tal, dialogante. Ésta ha sido una de las bases del reconocimiento político que se ha ganado a lo largo de los años. Pero él sabe que, para ser alcalde de Barcelona, esa condición es necesaria, pero no suficiente. Sabe, también, que es un político amortizado, sin ilusión y sin fuerza . Y, aunque no lo diga, es consciente de que ésta es su última oportunidad. Si ahora no lo logra, la jubilación le está esperando. Esa es la norma de Convergencia respecto a la política municipal en Barcelona. Primero fue Culell, después Roca y más tarde Molins. Los tres pasaron por el mismo vía crucis: candidato, líder de la oposición y… a casa.

El actual aspirante convergente sabe lo que le espera en mayo de 2007 –que es cuando serán las próximas elecciones municipales- y lo sabe porque, si bien es verdad que sube en algunas encuestas, en ninguna se le visualiza como ganador. En consecuencia debería explicar que alianzas piensa hacer para alcanzar el éxito. Por tanto: ¿con quien piensa pactar Xavier Trias para ser alcalde? Ésa es una buena pregunta a responder cuando enseña la manzana como símbolo de su propuesta.


Todos sabemos que para ganar unas elecciones municipales hacen falta como mínimo tres ingredientes imprescindibles. A saber: Candidato, programa y equipo.

Veamos si el señor Trias tiene mimbres para hacer un cesto.

El candidato viene con una estela de agujeros considerable. ¿Quién no recuerda como dejó en términos económicos la sanidad catalana? ¿O las encuestas que siendo Consejero de Presidencia pagó con dineros públicos y escamoteó al parlamento?

Hasta la fecha no ha desvelado absolutamente nada de su programa. Sería bueno que empezara a explicar, para que los ciudadanos tuvieran conocimiento de causa, cual es su proyecto para nuestra ciudad porque hasta ahora más allá de criticar la acción del gobierno municipal y decir que se siente social demócrata, nada de nada. Y eso, además de una frivolidad, es un insulto a la inteligencia. El nacionalismo es al socialismo lo que el agua al aceite. No hay manera de mezclarlos. Afortunadamente, claro.

Y del equipo, ¿qué decir? ¿Alguien puede hablar bien o mal, tanto da, del grupo municipal de Convergencia en el Ayuntamiento de Barcelona? Seguro que no.

Así las cosas, considero que Trias mediante su manzana, más que un mensaje electoral, nos quiere hacer saber las discrepancias que mantuvo con su organización al ser propuesto como alcaldable. Hoy, de forma críptica, nos envía un adelanto de sus memorias porque sabe que su carrera política tiene fecha de caducidad y la fruta que ha escogido como emblema de campaña, lejos de sumar voluntades se ha convertido en la manzana de la discordia.

ABC, 18 mayo 06

03 de maig 2006

A la Fira


Entre el 1950 i el 1975 Andalusia va patir les onades migratòries més grans que potser mai s’han produït a Espanya. Molts d’aquells emigrants van tenir com a destí Catalunya i, més en concret , Barcelona i els seus voltants.

Aquesta gent van haver de deixar la seva terra per raons econòmiques i per manca d’oportunitats però també perquè aleshores la societat, en especial la rural, era molt tancada i enrederida dins d’un context en el que existien carències de tot tipus i on la discriminació, tan social com política, era el pa nostre de cada dia.

Van arribar a Catalunya buscant un futur millor. No va ser fàcil. Ni la comunicació ni molt menys la integració van ser bufar i fer ampolles però, amb la perspectiva que dóna el temps, podem dir que el resultat ha estat millor del que en un principi es podia preveure. Avui Catalunya és quelcom més que una suma dels d’aquí i els d’allà. I el que és més important: el temps ha fet d’entitats diverses un sol poble.

Amb aquest escenari de fons els andalusos d’origen, any rere any, fan la seva fira d’abril a Catalunya. No ens pot estranyar que aquesta gent un cop a l’any vulguin recordar el seu art, la seva manera d’expressar-se. Aquesta vegada serà el 28 d’abril quan s’encendran els llums de la festa.

Però val la pena apropar-se al Fòrum uns dies abans de que comenci la Feria, veure com fan la feina desenes i desenes d’homes i dones de forma desinteressada i absolutament altruista. És emocionant veure com cadascú, en funció de les seves possibilitats i els seus coneixements, posa el seu granet de sorra perque, el dia que la fira obri, la caseta de la seva “hermandad” sigui la més còmoda, la més maca i la millor guarnida. És a dir, que sigui l’orgull de la seva gent, de la gent que representa.

Uns fan de fusters, altres de paletes, unes dones preparen els estris de les cuines, d’altres van posant fanalets i flors de papers. Tothom col•labora, tothom té una tasca a fer. Tot ha d’estar a punt quan s’encenguin les bombetes del Reial i comenci la festa.

La setmana de “la Feria” serà de boixos. Es beurà “manzanilla” i “rebujitos” i es menjaràn “pescaitos”, “bravas”, “calamares”, i pop gallec. Sí, també pop gallec, perquè no ?. Però per damunt de tot es ballarà, es ballarà molt. Fins l’esgotament, quasi fins l’extenuació. Però haurà valgut la pena, hi hauràn casetes que gràcies a tot això trauran uns quants milers d’euros de beneficis.

És veritat. Alguns, no tots, guanyen alguns diners. Que ningú s’espanti. Aquests calerons són per a “la hermandad”, que amb aquest modest i suat “botí” podrà passar tot l’any fins a la propera fira. Això haurà estat possible gràcies a que els germans i les germanes han treballat i s’han deixat la pell abans i durant “la Feria” i, d’aquesta manera, hauran pogut fer realitat un dels seus somnis millor guardats: fer per uns dies d’un trosset de Catalunya la seva Andalusia estimada.

Però no és només això. L’aixecament de “la Feria” i el seu desenvolupament són en si mateixos un model de convivència. La gent treballa i alhora s’ho passa bé i comparteix el que té. Aquí el botellón no existeix. Els problemes d’ordre públic es desconeixen Per tant, lluny d’ésser quelcom antic i carrincló, és un referent que mereix ser respectat i potenciat pels valors que porta en si mateixa.

Quan els reptes del segle XXI són la globalització, la competitivitat, la revolució tecnològica o la multiculturalitat, és un luxe poder aparcar per una estona tot l’estrès que portem acumulat per la nostra activitat quotidiana i gaudir del “cante y del baile” d’una gent que, de forma majoritària, s’ha integrat en una nació sense haver renunciat ni als seus orígens ni a la seva identitat. Això és una sort que està a tocar de molts pocs. Per aquesta raó, entre d’altres, val la pena arribar-se a la fira i, per unes hores, deixar-se portar.

Bernardo Fernández
EL PUNT 29/04/2006

24 d’abril 2006

Al final del camino


Decía un ilustre socialista italiano que: “estar en el poder cansa, pero lo que verdaderamente desgasta es estar en la oposición.” Alguna idea muy parecida a ésta deben tener los dirigentes del PP, ya que desde el primer día que empezó la presente legislatura parece que se les haya agriado el carácter, aunque nunca fueron la alegría de la huerta, y toda su estrategia para volver a gobernar la han basado en hacer una oposición basada en la bronca y en el enfrentamiento sistemáticos.

Es verdad que no existe ninguna norma escrita para hacer de oposición. Ahora bien, parece lógico pensar que una oposición que se precie tiene que acomodar su acción en función de la acción del gobierno al que quiere sustituir. Eso, como primera medida e inmediatamente después ofrecer alternativas razonadas y razonables sobre aquello que rechaza. Ese debe ser el auténtico espíritu de una oposición que no tenga vocación de permanencia, sino de gobierno.

En los últimos dos años la ciudadanía española contempla un poco asombrada, un poco incrédula, como el Partido Popular ha instalado la crispación en al ámbito parlamentario desde que fue relegado de las tareas de gobernar. Los populares quieren repetir en el Presidente Zapatero las campañas que hicieron con otros presidentes de izquierda. Basta recordar aquí la relativamente reciente ofensiva del “váyase Señor González” o aquella que aún tienen viva en la memoria los más veteranos y que instrumentó la CEDA contra Manuel Azaña cuando éste proponía la modernización de España.

Los discípulos de Aznar y Rajoy han puesto en práctica el “difama, que algo queda”. Toda la oposición de la derecha, sea parlamentaria o no, se ha basado en aquel principio de Gobbels según el cual una mentira repetida mil veces acaba siendo una verdad. Según la lógica de los populares, todo está en peligro. España se rompe, la familia está amenazada, al igual que la escuela y la libertad de los padres para decidir que educación dan a sus hijos. Y eso por no mencionar el peligro existente en el terreno energético, en el cual la debilidad del gobierno pone en difícil trance la libre competencia ya que, según los conservadores, éste se encuentra atrapado por sus propios compromisos, por cierto inconfesables. Una claudicación similar ha sido el proceso de regularización de la población extranjera llevado a cabo recientemente y, por supuesto, igual de nefasta ha sido la posición del ejecutivo en lo que respecta a política exterior y de forma muy especial en las negociaciones con la UE, por la actitud claudicante de nuestra representación.

A esta lista de despropósitos –de nuestra inexportable derecha- podríamos añadir algunas “boutades” más. Es igual, habrá que aceptar que imaginación tienen y será bueno admitir que, a corto plazo, esta estrategia ha dado un cierto rédito, tal vez menos de lo esperado, a las huestes conservadoras. Basta sino con echar un vistazo a las encuestas de los últimos meses.

Ahora bien, los hechos acostumbran a ser tozudos y el tiempo acaba por poner las cosas en su lugar. Eso es lo que pasó con la Ley de parejas de hecho. Como no podía ser de otra manera, en nada ha afectado a la familia clásica. Lo mismo pasará con la Ley de educación, y exactamente igual ocurrirá con el Estatuto catalán. Primero, no se romperá España y, después, más de una CCAA gobernada por el PP querrá algo semejante a lo que en su día han obtenido los catalanes.

En este contexto es muy improbable que se pueda mantener por mucho tiempo esta escalada vocinglera y patán. No olvidemos que estamos a dos años de los próximos comicios. Esta actitud solo se entendería si su aspiración fuera convertirse en un grupo marginal y no parece que sea este su objetivo. Pero es que en el PP deben ser conscientes de que este estilo les aleja de la centralidad. Raso y corto. Si en el 96 ganaron las elecciones fue porque, además de los errores cometidos por el PSOE, hicieron o aparentaron hacer el camino hacia el centro. Luego, a partir de los comicios de 2000 y con mayoría absoluta, volvieron al extremo. Se situaron tan en el límite que ahora la vuelta al centro es larga, tal vez demasiado larga.

Pero es que más allá de todo esto, aun en el supuesto de que en las próximas elecciones fueran la fuerza más votada, ¿Alguien cree que alguna fuerza política estaría dispuesta a darle soporte para que formara gobierno? Y si fuera así ¿a cambio de qué? No parece, a simple vista, que estos chicos de la derecha a corto y medio plazo hayan acertado mucho con la estrategia.

En cualquier caso, el pasado 24 de marzo con el alto el fuego de ETA se inició en nuestro país una etapa que parece que será histórica. Con este nuevo escenario de fondo es más necesario que nunca un pacto entre los dos grandes partidos. Ahora cada cual tiene un rol a desempeñar, único y a la vez complementario. Unos como partido de gobierno, otros como oposición que aquí, en este terreno, también deben dar soporte al gobierno. Hay que decir, en honor a la verdad, que las cosas han empezado bien. La reunión en Moncloa entre el Presidente del Gobierno y el Líder de la Oposición transmitió a la sociedad un mensaje de confianza y unidad entre ambos, cuando menos en este tema. Queda por ver como evolucionan los acontecimientos. Vendrán días de ilusión, algunos de angustia y es posible, ojala que no, algunos de desasosiego y frustración pero si somos capaces, todos, de mantener la unidad y no desfallecer, al final de este largo camino está la paz.

El Siglo nº 691 17 al 23 de abril de 2006

Ladran, luego cabalgamos


Durante muchos meses las aguas de la política, especialmente la catalana, han bajado revueltas, tal vez demasiado. Ahora, cuando el estatuto y su reforma han entrado ya en la última fase, las cosas poco a poco van volviendo a ser como antes.

No cabe duda que el sistema de trabajo seguido en la Comisión Constitucional del Congreso de los Diputados, tras mucho tiempo de dudas y zozobras, ha hecho llegar a la ciudadanía un soplo de aire fresco y cierta confianza que ahora sí, ahora ve que pronto será consultada en referéndum y así quedará definitivamente cerrado el círculo.

Los ciudadanos perciben al PSOE y a CiU como los grandes artífices de ese acuerdo que permitirá un nuevo Estatuto para Cataluña. Un estatuto que empieza a ser entendido como algo positivo, tanto para los catalanes como para el conjunto de España. Por tanto los tacticismos utilizados hasta ahora por alguna fuerza política, y que es verdad que algún rendimiento han dado -basta con mirar las encuestas publicadas en los últimos meses-, quedarán en breve desactivados por la fuerza de la razón.

Todo esto no quiere decir, ni de lejos, que todo esté ya resuelto. Ni mucho menos. Lo primero que hay que saber es cual será la posición de ERC en el referéndum. No les falta razón a aquellos que dicen que este partido debería salir del Gobierno si su posición en la votación del referéndum del estatuto no fuera favorable. Sin duda ésta es un gran escollo, uno más, para el Gobierno de Pasqual Maragall. Un líder que, por cierto, es el más valorado en todas las encuestas que se publican en estos días. Ahora bien, también es verdad que seguido muy de cerca por su máximo oponente, Artur Mas.

Por si no tuviéramos suficiente con todo esto, hay que añadir el alto fuego permanente anunciado por ETA. Es evidente que, en primera instancia, ese anuncio ha mejorado el clima político a nivel de España y, por ende, el de Cataluña. Es verdad que en la percepción del mensaje hay una mezcla compleja de confianza y escepticismo. Ahí sólo el tiempo será el que nos de los argumentos en uno u otro sentido. Con este escenario de fondo, ERC demostraría gran madurez política sumándose al consenso estatutario. De ese modo lograría dos carambolas de una sola tacada. A saber: primero dejaría al PP, una vez más, absolutamente solo y eso no es gratis. Segundo, se conseguiría sacar el estatuto con un altísimo porcentaje favorable, lo que permitiría pasar página y dedicarse, en cuerpo y alma, a lo que de verdad debe interesar a un gobierno de izquierdas: las políticas sociales.

“Ladran luego cabalgamos” le dijo Don Quijote a Sancho. Algo parecido nos ocurre a los socialistas catalanes: se nos ha criticado, y mucho, por como hemos planteado y como hemos hecho la reforma estatutaria. Propios y extraños nos han puesto a caer de un burro por como se estaban haciendo las cosas. Para unos íbamos demasiado lejos, para otros nos quedábamos cortos. El tiempo nos está dando la razón. Las cifras que revelan las encuestas son, no solo abrumadoras, sino casi apabullantes. En Cataluña casi el 80% confía en la gestión del Presidente Zapatero y un 11% en el líder de la oposición Rajoy. A partir de estos datos, que cada cual saque sus consecuencias.

Es cierto que una encuesta es una foto fija y que estos son números provisionales que en cualquier momento pueden cambiar y, por tanto, no se deben hacer extrapolaciones electorales. Pero no es menos cierto que marcan tendencias y las tendencias conviene, siempre, tenerlas muy en cuenta.

ABC 23 abril de 2006

29 de març 2006

Más allá del Estatut


No cabe duda de que el gran eje vertebrador de la séptima legislatura del parlamento catalán –primera del postpujolismo- ha sido la elaboración de un nuevo Estatuto de autonomía. Tal vez el proceso haya sido demasiado largo y eso ha podido producir un cierto hartazgo en la ciudadanía. Es verdad, pero el proceso era muy delicado. Se han tenido que conjugar sensibilidades políticas muy alejadas y cualquier desliz hubiera podido significar el fin, por mucho tiempo, de todo tipo de mejora en materia de autogobierno.

Es cierto que el texto que se aprobó en nuestro parlamento el 30 de septiembre ha sido modificado en el Congreso de los Diputados. Es lógico, no podía ser de otra manera. Ahí se tenían que armonizar intereses o, como diría un castizo, templar gaitas. Nadie con entendederas políticas podía esperar otra cosa. El resultado final, y eso es lo que importa, es un buen estatuto, mucho mejor y más completo que el que tenemos en vigor desde 1979.

En este contexto ya solo falta el trámite en el Senado y después, entorno al verano, el referéndum. Un referéndum en el que, tanto el gobierno como las fuerzas políticas que dan soporte al nuevo texto, deberán echar el resto. Este estatuto tiene que ser aprobado con un muy amplio soporte popular. Cualquier otra cosa daría alas a aquellos que sistemáticamente se han opuesto a la tramitación.

Pero es que no solo es eso, que no es poco. Un final brillante, corroborado con una alta y positiva participación en el referéndum, dejaría al gobierno en una buena posición para explicar cual y porqué ha sido su acción, más allá del estatuto, a lo largo de la legislatura.

Este gobierno ha basado su acción política en la libertad personal y nacional, en el progreso económico, la seguridad y la justicia social. Pero no solo eso, también a partir de un programa económico muy ambicioso, ha adquirido un compromiso cívico y social.

Desde un punto de vista, no ya de izquierda sino progresista, no se puede permitir un crecimiento social basado en las desigualdades. Esto nos lleva, ineludiblemente, a fenómenos de exclusión social profundos. La coexistencia de esta realidad dual termina afectando no tan solo la cohesión, también la convivencia misma.

Por eso, entre otras cosas, se ha puesto claro, con nitidez meridiana, que en este mandato existe una sensibilidad especial en cuestiones de civismo, en temas como la convivencia, el patriotismo social o la capacidad de acogida. Estos son asuntos por las que este gobierno tiene una sensibilidad especial, muy a flor de piel.

Nos deberíamos remontar a los años treinta, con la Segunda República, para encontrar en Cataluña un gobierno de izquierdas. Este dato, elocuente por si solo, debería hacer reflexionar a aquellos que consideran poco afortunada la acción gubernamental. Se olvida con demasiada facilidad que al llegar al Palacio de la Generalitat se encontraron desde los armarios vacíos hasta antiguos consejeros que no se presentaron al traspaso de poderes, o sencillamente un agujero contable superior a los mil millones de euros. Por no citar otros asuntos que han constituido toda una rémora a la hora de tomar decisiones

Así las cosas, está claro que lo mejor está por llegar. Ahora hay que tomar iniciativas para que se visualice que el cambio es algo más que la alternancia. Pero no es menos cierto que la elaboración del nuevo estatuto en buena parte ha tapado esa acción. Por eso, ahora que el tema estatutario está prácticamente resuelto es el momento de demostrar que cuando se habla del cambio desde la izquierda, éste no solo es posible, sino que además es verdad.

22 de març 2006

Las alfombras de la memoria


El pasado mes de febrero el Congreso de los Diputados aprobó, con todos los votos a favor a excepción de los del PP, solicitar al Gobierno que presente una ley para la recuperación de la memoria histórica y resarcir así a las víctimas del franquismo. Como no podía ser de otra manera, el Gobierno recogió el guante y asumió el compromiso de presentar un proyecto de ley sobre el particular en este periodo de sesiones, es decir, antes del mes de julio.

Se trata, entre otras acciones, de llevar a cabo un reconocimiento moral de los represaliados por el franquismo y hacer que se explique en las escuelas la verdadera historia de la República y la del franquismo. Eso si, habrá que hacerlo con exquisito respeto hacia todas las sensibilidades. No hay porqué reabrir heridas ya cerradas. No se trata ni de revisar la transición ni de rescribir la historia. La cuestión es otra. Por una parte está la Guerra Civil y todo lo que ese acontecimiento supuso. Y por otra, tenemos los 40 años de dictadura con la represión que en ellos se ejerció. Todos sabemos que en ese tiempo Franco ya compensó a los suyos. Por eso, nos corresponde ahora sacar a la luz lo que sucedió para hacer un acto de pura justicia.

Es cierto que este país un día decidió hacer el tránsito de la dictadura a la democracia sin levantar las alfombras de la memoria. Tal vez ésta fue una de las decisiones más inteligentes de todas las posibles. Ahora bien, han transcurrido ya casi 30 años y empieza a ser la hora de poner las cosas en su sitio sin ningún afán de venganza, pero si con un inequívoco anhelo de equidad y de reparación moral.

En Alemania tuvieron que transcurrir más de 25 años desde el fin de la Segunda Guerra Mundial para poder hacer la revisión del nazismo. Un tiempo similar esperaron los franceses pera revisar las colaboraciones de muchos ciudadanos con los nazis. Es ahora cuando nuestra sociedad puede empezar a mirar sin miedo, pero con respeto, atrás para revisar nuestro pasado reciente.

No olvidemos que la memoria colectiva no es algo fortuito o casual. Más bien es la consecuencia de una labor trabajada, muchas veces en silencio en el imaginario popular, que tiene que ver con la moral y la ética. Por eso, de un tiempo hacia aquí en nuestro país se levantan voces que quieren saber que les sucedió, y como, a los que perdieron la guerra civil española y a los represaliados por el franquismo.

Son muchas las personas que mantienen vivo el recuerdo de aquellos amigos, de aquellos familiares que sufrieron represión con el régimen anterior. Pero si este sentimiento no va acompañado de una visión de conjunto y un reconocimiento más amplio se puede transformar en un recuerdo doloso sin ningún atenuante en el tiempo.

Primero fue por imperativo legal, después por pragmatismo político, pero la verdad es que a lo largo de más de 60 años se han estado escondiendo los sentimientos de algunos para favorecer una determinada convivencia.

El régimen franquista fue maestro en el desarrollo de una política concreta para favorecer una memoria, a la vez que se marginaba y demonizaba otra. Esto hizo que de forma lenta pero sistemática se fuera consolidando otra memoria distinta de la oficial que quedó fuera de los circuitos de la historia explicada. Ésta fue una de las razones por las que, con el retorno de la democracia, todo aquello que tenía que ver con la Guerra Civil se excluyera de forma tácita para otro momento, no en el cajón del olvido pero sí en el de los recuerdos.

Pero con el tiempo todo cambia. Hoy la sociedad es ya lo suficiente madura para aceptar sin traumas una revisión del pasado y, de este modo, colocar a cada uno en su lugar. A estas alturas todo el mundo tiene claro que no hace falta ni borrar nada ni despreciar a nadie para honrar a todos aquellos que han estado silenciados en los últimos 65 años. Dicho de otro modo, de la misma manera que en un tiempo han sido honrados “los caidos por Dios y por España” pueden y deben ser rehabilitados primero, y recordados después, los luchadores por las libertades y la democracia.

En diversos puntos de España hay diversas iniciativas en marcha para recuperar la memoria histórica. Eso está bien, pero hay que hacer más. Hay que detectar y abrir fosas que se hicieron en las cunetas de las carreteras o junto a las tapias de los cementerios. Hay que identificar los cadáveres que se encuentren con pruebas de ADN, si es necesario. Y todo esto, sin perder de vista los deportados en campos de extermino nazis.

En la medida en que la situación se vaya normalizando las familias ganarán en tranquilidad. La recuperación de la memoria histórica no puede ser un instrumento de odio, todo lo contrario. Es el reconocimiento de unos hechos. En el momento que las cosas se admitan tal y como sucedieron, de este modo nos podremos mirar los unos a los otros sin miedos y sin rencores.

Ha llegado el momento de hacer limpieza. Se hace necesario abrir puertas y ventanas para que entre el aire y la luz. Hay que levantar las alfombras para sacudir el polvo del olvido y limpiar las telas de araña del miedo que durante tanto tiempo se han almacenado en las conciencias. Ha llegado el momento de hacer a los muertos un lugar en la memoria de los vivos para que todos los que no están ahora sí, de verdad, descansen en paz.

Publicado en EL SIGLO

10 de març 2006

Fin de etapa


Después de mucho pedalear los representantes de la soberanía popular catalana empezamos a enfilar las últimas rampas de esta etapa que nos tiene reservado como maillot amarillo la aprobación del nuevo Estatuto de Autonomía para Cataluña en las Cortes Españolas.

Ésta, sin duda, habrá sido la etapa reina de la carrera. Tras dos largos años de intensos y duros trabajos empezamos a atisbar nuestro particular Parque de los Príncipes. Es cierto que ha sido mucho tiempo pero eso nos ha permitido adaptar, en función del interés general, la velocidad del pelotón. Un pelotón que empezó a correr con una ideología multicolor y del cual algunos se descolgaron en la primavera de 2005, tras haber perdido en otra carrera que se celebraba en tierras gallegas.

Es verdad que cada cual es muy libre de ir al ritmo que considere más adecuado, pero al final será el jurado popular quien otorgue o no coronas de laurel. Lo que si resulta deleznable y hay que denunciar aquí es que los que se quedaron atrás, lejos de intentar entrar de nuevo en contacto con el pelotón, se han dedicado por sistema a poner chinchetas en la carretera. Se han obcecado tanto con el Estatut que han dedicado sus esfuerzos a que la serpiente de ideología multicolor sufra un accidente.

Ahora otro equipo, por motivos totalmente contrarios a los de la formación anterior, ha decidido rezagarse del pelotón y marchar en solitario. Eso no es bueno. En política, a diferencia de lo que ocurre en el ciclismo, es siempre mejor, y en este caso más, llegar a la meta juntos que escapados en solitario.

Así las cosas, estamos empezando a entrar en la recta de tribunas. Los trabajos en ponencia se han acabado. Los compañeros de escapada tienen que reconocer, les guste o no, el gran salto adelante que damos con este Estatut. Por ejemplo:

En primer lugar hay que destacar, aunque solo sea una cuestión simbólica, la referencia que se hace a Catalunya como nación en un texto normativo.

En el nuevo texto existe un capitulo específico de derechos y deberes. Donde también quedan recogidos los derechos civiles de los ciudadanos. A la vez, y como no podía ser de otra manera, quedan también reflejados los derechos sociales de la educación, la sanidad, la vivienda o los laborales, sin olvidar los políticos y/o administrativos.

De todos modos, es en la financiación donde se ha llegado a los acuerdos, más sustantivos para desarrollar políticas fuertes y potentes que nos lleven a cuotas de bienestar solo conocidas por referencias de otros países, los nórdicos sobre todo.

Igualmente, se ha pactado que los impuestos cedidos por el Estado al Gobierno Catalán pasarán del actual 33% al 50%. Éste es el caso del IRPF y también del IVA pero es que los impuestos especiales dan un salto espectacular al llegar al 58% para la Generalitat desde el 40% que es donde están hoy. Aquí deberíamos añadir aquellos tributos que ya son propios de nuestro Gobierno, tales como sucesiones y donaciones, entre otros

En este apartado no podemos dejar de lado el acuerdo a que se ha llegado para crear La Agencia Catalana Tributaria. Ni el acuerdo alcanzado sobre el principio de de ordinalidad. Esto quiere decir que los mecanismos de solidaridad no pueden alterar el orden de la renta per càpita entre territorios.

Nos falta ya muy poco para llegar a la meta. Ahora el pelotón no debería romperse. Se hace necesario recuperar una imagen de unidad. El criterio de oportunidad histórica y beneficio para Cataluña deben primar sobre el maniqueismo, el tacticismo y los intereses partidistas.

Es bueno y deseable que suban al podio aquellos que a lo largo de la ruta han hecho muchas y buenas aportaciones. Ahora bien, afortunadamente esto ya no lo para nadie. Cataluña en el 2006 tendrá el Estatut que necesita para afrontar con garantias el siglo XXI. Si algunos al final deciden marginarse, en el podio nadie les echará de menos.


Bernardo Fernández
ABC 10/03/2006

09 de març 2006

Sobre el PTSEC

El passat divendres 3 de març vam ser convocats a la Direcció General de Comerç per a ser informats de l’elaboració del PTSEC (Pla Territorial Sectorial d’Equipaments Comercials)

La intenció del Departament és posar-ho a informació pública cap a mitjans d’aquest més de març. En principi res a dir, correspon al departament fer el Pla. Ara bé, no seria sobrer que des de la Direcció General s’arribés a pactes i acords amb els altres departaments implicats.

És veritat que PTOP o Economia, segons la Llei, han de fer un informe preceptiu, però no vinculant. En qualsevol cas, sembla lògic pensar que l’acció de Govern ha de ser coordinada i concertada, per això no s’entendria el tirar endavant el mencionat Pla sense assolir un ampli acord en el si del Govern.

Esperant a esquerra


Després de més dos anys de feina feixuga comencem a veure la llum al final del túnel. No ha estat gens fàcil però ara podem dir que aviat, molt aviat, tindrem un nou i bon Estatut.

Un nou i bon Estatut que podem sintetitzar en tres eixos bàsics: més autogovern, més competències i un sistema de finançament molt millor que l’actual.

A aquestes alçades ningú de bona voluntat no pot dir que aquest Estatut, que a hores d’ara s’està debatent en el Congrés dels Diputats, no és substancialment millor que el que tenim en vigor.

En primer terme cal destacar, encara que només sigui una qüestió simbòlica, la referència que es fa a Catalunya com a nació en un text normatiu.

Pel que fa a les noves competències que otorgarà el nou text, no n’hi ha cap dubte que donarem un gran salt qualitatiu i quantitatiu. Aquest Estatut reconeix els drets històrics. Per cert, aquest reconeixement es fa no en base a la foraltat, sinó a partir de l’article 2 de la Constitució i altres preceptes constitucionals.

L’Estatut tindrà també un capítol específic de drets i deures. Queden recollits els drets civils de les persones, de la gent gran i de les famílies. Es recullen, com no podia ser de cap altra manera, els drets socials de l’educació, la sanitat, l’habitatge, els laborals i els de medi ambient, sense deixar de banda els polítics i administratius.


Però és, sens dubte, en el tema del finançament on s’ha arribat als acords, sinó més importants, sí, al menys, més substantius per a desenvolupar polítiques fortes i potents que ens portin a totes i tots els ciutadans a quotes de benestar fins ara només conegudes per referències d’altres països, nòrdics sobre tot.

S’ha pactat que la cistella d’impostos cedits per l’Estat al Govern Català passarà del 33% com fins ara al 50%. Aquest és el cas de l’IRPF i també de l’IVA. Però és que els impostos especials donen un salt espectacular a l’arribar al 58% per a la Generalitat des dell 40%, que és on es troben a dia d’avui. Aquí hem d’afegir aquells que ja són tributs propis del nostre Govern, és a dir: Successions i Donacions, Patrimoni o Acates Jurídics i Documentals, entre d’altres.

En aquest apartat no podem deixar de banda l’acord a que s’ha arribat per a crear L’Agència Tributària de Catalunya. Aquesta entitat serà l’encarregada de recaptar i gestionar els tributs propis de la Generalitat i, també, els trams cedits dels impostos estatals. S’ha acordat igualment la creació, en el termini de dos anys, del Consorci Generalitat-Estat d’Administració Tributària de Catalunya. I tot això amb el rere fons de l’anomenat principi d’ordinalitat. Això vol dir que els mecanismes de solidaritat no poden alterar l’ordre de renda per càpita entre territoris i que els mecanismes d’anivellament entre comunitats han de tenir en compte els costos diferencials, com per exemple el cost de vida. Amb l’aplicació d’aquest principi evitarem que Catalunya passi del cinquè al vuitè lloc en renda per càpita com succeeix en l’actualitat.

Estem vivint, en termes polítics, un temps apassionant. A finals de març la Comissió Constitucional del Congrés dels Diputats votarà l’Estatut. Després s’ha de produir el tràmit parlamentari restant i, en relatiu poc temps, aquest vindrà a Catalunya i haurem de fer un referèndum. Cal que en aquest camí Esquerra Republicana se reincorpori. Ells han treballat molt i bé en aquest text. No seria ni lògic ni raonable que ara es quedessin fora. Pel bé de tots cal recomposar una imatge d’unitat. Els criteris d’oportunitat històrica i de guany per Catalunya han de prevaldre sobre el maniqueisme, la inflexibilitat i les lluites de partit.

Les coses són com són. A hores d’ara ERC no és indispensable, però fora bo que hi fos. Però ha de quedar clar que la decisió només la poden prendre ells i, per tant, han de saber que ens convé a tots fer aquesta part del camí plegats. En qualsevol cas el bo i millor, per tothom, encara està per arribar.

05 de març 2006

Un bon berenar


Aquests primers dies del mes de març el PP celebrarà la seva Convenció Nacional. Sembla ser que el “leiv motiv” d’aquesta trobada serà “España nación de todos para todos”, o quelcom hipersemblant.

Aquesta frase és la síntesi de la postura oficial del partit i el posicionament que els hi cal defensar a capa i espasa. Ara bé, això no vol dir, ni de bon tros, que tothom estigui en la mateixa línia d’acció.

Hi ha un fet que no admet discussió: el nou model de finançament de Catalunya és un caramel difícilment rebutjable per cap dirigent autonòmic, llevat dels d’Euskadi i Navarra. Per tant, als dirigents del PP no els ha passat desapercebuda la possibilitat d’obtenir un millor finançament i més recursos, com s’ha aconseguit amb el nou Estatut de Catalunya.

De tota manera no cal fer-se il•lusions, ja que no és gens probable que qüestions d’aquests tipus es parlin formalment a la Convenció. Però, malgrat això, és segur que els barons del partit a hores d’ara estan fent càbales per veure com es pot conjugar el que ells entenen com l’unitat d’Espanya amb l’obtenció de més recursos.

Això és especialment significatiu per València, que ja va establir en la seva proposta de reforma de l’estatut “La Clàusula Camps”. Diu que qualsevol legislació de l’estat que signifiqui una ampliació de competències de les comunitats autònomes s’aplicarà també a València.

El president de l’autonomia de les Illes Balears va anunciar dies enrere que aturava l’elaboració d’un nou estatut fins a saber com quedava el català. És clar que amb el pacte sobre finançament assolit pel President Zapatero i Artur Mas Madrid, Balears i Catalunya –per aquest ordre-, si ho apliquen, són les comunitats que més beneficiades en surten.

Així les coses, és potser la Presidenta de la Comunitat de Madrid Esperanza Aguirre qui té una posició més delicada. Per una banda, forma part del nucli dur del partit i això vol dir guerra sense treva a ZP. I per altra, no pot negar-se al benefici que suposarà per a la seva comunitat, és a dir pels ciutadans madrilenys, tenir inversions de l’Estat en funció del seu PIB.

I amb tot aquest paisatge de fons no es pot oblidar al successor de Manuel Fraga, que ja ha pactat amb Anxo Quintana del BNG “un sostre competencial per Galícia comparable a les nacionalitats històriques de l’Estat”. No bufen bons vents a can PP. El propi Feijoo –líder dels populars gallecs- va haver de rectificar unes declaracions amb les que es situava més a prop de Piqué que no pas d’alguns personatges amb domicili polític al carrer Gènova de Madrid.

Per altra banda, alguns barons territorials estan començant a rumiar amb seriositat com assumir més competències i també més recursos sense contradir el discurs oficial imposat des de dalt. No ho tenen fàcil, però ja sabem que quan convé alguns fan mans i mànigues i aleshores ni es trenca Espanya, ni s’és insolidari, ni res que s’hi assembli. Però, és clar, això depèn de qui ho fa.

De fet, el que està sobre de la taula és l’antiprogressisme de la dreta més rància d’Espanya. Com sempre i des de sempre enfrontats amb les forces d’esquerra catalanes que, en aquest cas amb l’afegit`de CiU, representen la modernitat i el progrés del nostre país. Per això, entre d’altres raons, ells visualitzen les seva política amb un anticatalanisme “feroce”, És clar que el benestar per tots, l el desenvolupament sostenible en termes socials, medi ambientals, econòmics i polítics, són divises alienes al seu ideari.

De tota manera, que ningú no es confongui. Aquesta situació tindrà la seva revalida o la seva defenestració a les properes eleccions generals. Una segona derrota electoral de Mariano Rajoy significaria el fracàs de la seva política catastrofista i, amb tota seguretat, la caiguda de l’equip dirigent.

Però això, que no és poc, no ho és tot. La crisi catalana ha quedat, temporalment, submergida. No seria gens d’estrany pensar que qualsevol dia torni a surar. Hi ha qui diu que en Josep Piqué està pactant la seva sortida. Ja ho veurem. Potser si. Potser no. Però, el que és cert, és que ningú pot garantir que demà, o demà passat, es torni a produir un rifi rafe, i els ànims ja estan prou crispats. I tothom sap, fins i tot Ana Botella, que per guanyar a Espanya és quasi indispensable guanyar a Catalunya. I la veritat, no sembla que a aquestes alçades el PP estigui ni tan sols en el camí no de ser la primera força política a Catalunya, ni la segona, ni possiblement la tercera.

La vida és dura. El que és clar és que tenen un bon berenar i això els hauria de fer pensar. O no.

13 de febrer 2006

DE LA INTEGRACIÓN AL APARTHEID


Entre finales del mes de octubre y mediados de noviembre del año pasado se produjeron en los suburbios de Francia durísimos enfrentamientos entre lo que podríamos llamar jóvenes desarraigados y el sistema establecido.

La chispa que encendió la mecha fue, por una parte, la muerte de dos jóvenes en un generador cuando eran perseguidos por la policía y, por otra, una granada arrojada en la mezquita de Bilol.

Es evidente que para que se produjera el estallido de violencia en cadena que se produjo, el terreno tenía que estar necesariamente bien abonado. Sin duda, más de dos décadas de nulas, o pocas , políticas de integración en determinados sectores sociales han ido configurando de forma lenta, pero constante, una situación basada en tres ejes a cual más importante. A saber: desarraigo social, un nefasto concepto colonial y un rechazo frontal al hecho político.

Las consecuencias más visibles han sido: miles de automóviles quemados, cantidad de instalaciones públicas destruidas, declaración del estado de emergencia, más de 2.500 detenidos y , sobre todo, una fractura social que tardará tiempo en recomponerse.

Todo esto ha tenido como respuesta después de los graves incidentes un reforzamiento de los planteamientos de aquellos que son los más directos responsables: la derecha política, que ha aprovechado la ocasión para, como hace siempre, recortar un poco más las libertades.

Pero volvamos a los hechos.

Algunos observadores “avispados” quisieron ver tras las algaradas el islamismo extremista y el crimen organizado. Nada más lejos de la realidad. Es mucho más plausible pensar que los alborotos se produjeron por generación espontánea, o mejor por simpatía, en más de 700 zonas urbanas donde viven o se hacinan unos 5 millones de personas. Y hay que decir en honor a la verdad que los líderes religiosos, en su gran mayoría, han desempeñado papeles de mediación y moderación.

Debemos contextualizar estos hechos y, para ello, debemos saber que en Francia se empezó a hablar de “integración” hace más de 25 años. Entonces parecía un término feliz y mucho mejor que asimilación porque se entendía que la cultura, el idioma, las tradiciones y la religión seguían conformando el equipaje de los nuevos ciudadanos franceses, fuera cual fuera el lugar de nacimiento o el color de la piel. Pero el tiempo, que es aquel factor que pone las cosas en su lugar, nos ha puesto cruelmente de manifiesto que los jóvenes negros y árabes de nuestro país vecino están viviendo un auténtico apartheid urbano, en franca contraposición al referido modelo de integración francés. Ésta es la consecuencia de unas causas determinadas; no es consecuencia de la inmigración. Por eso, ahora, los poderes públicos tienen que hacer frente a una problemática que es el resultado de su propio fracaso.

En los últimos años, los gobiernos franceses han puesto especial énfasis en recortar los presupuestos y, como no podía ser de otro modo, el sistema más fácil fueron las drásticas reducciones de los créditos destinados a la mejora de las viviendas deterioradas, la supresión de las ayudas para la promoción de empleo joven y los subsidios a la educación. Consecuencias: las zonas de suburbios han sido las más afectadas. Por tanto, a los hijos de los inmigrantes de ayer, que son los habitantes mayoritarios de esas zonas especialmente sensibles y degradadas, se les cierran casi todas las puertas, de las pocas que tenían abiertas, para poder vivir con dignidad y así poderse integrar en la sociedad francesa.

Así las cosas, cabe pensar que una buena parte de la solución a este gran problema sería plantear políticas con fuerte contenido social. No es casualidad que en estas zonas de “apartheid urbano” la tasa de paro sea el doble que en el resto del territorio y lo mismo cabe decir del fracaso escolar. Pero es que la renta viene a estar un 40% por debajo de la media, por no decir que los centros médicos son muchísimo más escasos que en el resto del país y que la delincuencia en estas zonas es superior en un 50% que en el conjunto del territorio.


Estamos, pues, ante una grave crisis social porque afecta a los sectores más desfavorecidos de la sociedad. Una sociedad, por cierto, dividida tanto en términos económicos como étnicos. Está claro que son muchos los factores que se conjugan en su interior y que como motivo de lo explicado con anterioridad generan desasosiego y desesperanza como, por ejemplo, la grave crisis en que están sumidas las formas clásicas de organización: sindicatos, partidos políticos, etc. Pero no es menor el enfrentamiento que se produce cada vez con más frecuencia entre “franceses” y “extranjeros” o entre obreros cualificados, y por tanto con un determinado estatus, y los otros, temporales de por vida. Esta situación ha ido generando un tremendo malestar que no ha hecho otras cosa que crear un extraordinario caldo de cultivo donde se pueden producir con suma facilidad explosiones de violencia como las mencionadas.

En esta situación es evidente que solo a partir de un despliegue inmenso, intenso y prolongado en el tiempo, con políticas de choque y cierta discriminación positiva, se podrá empezar a abrigar la esperanza de que se produzca un cambio de tendencias.

Considero que en nuestro país, hoy por hoy, no se dan las condiciones objetivas para que suceda algo similar. No obstante, si podrían suceder acontecimientos aislados parecidos. Por eso, conviene aprender pronto y rápido de los errores de nuestros vecinos para que a nosotros en un tiempo más o menos breve no nos suceda algo equiparable. Que nadie se equivoque. Nosotros no somos ni mejores ni peores que nadie. Y recordemos que aquellos que no aprenden de la historia están condenados a repetirla.

11 de febrer 2006

UN BRINDIS AL SOL


Opinen els descreguts de la política que d’un temps ençà el marge per a l’acció és cada vegada més petit i, per tant, els plantejaments ideològics dreta-esquerra no tenen sentit. Vull dir amb tota rotunditat que això no és cert. Res més lluny de la realitat. Ans al contrari, quan molts veien pròxim el fi de les ideologies surt amb més força, si cap, la necessitat de fer cada vegada més polítiques amb fort contingut ideològic perquè cada vegada existeixen més perills reals d’exclusió social. I cada vegada més sovint el capital posa sobre la taula el seu rostre més inhumà.

Nosaltres, els catalans i/o espanyols, coneixem bé tot això. Podem parlar amb propietat d’aquestes qüestions perquè, per sort o desgràcia, hem gaudit o patit al llarg de 23 anys, per una banda, i 8 per l’altra, les polítiques del més pur estil dretà que en els últims temps s’han fet a Europa.

Tot això ve a tomb perquè ara, quan tot just acabem de creuar l’equador d’aquesta primera legislatura del primer Govern catalanista i d’esquerres que tenim a casa nostra des de que es va restaurar la democràcia i l’autogovern, val la pena mirar una mica enrere i veure el que s’ha fet, que és molt, i el que queda per fer que és, ni més ni menys, portar a terme un projecte de modernització de país. Apassionant.

Proximitat, sensibilitat i transparència. Aquests són els eixos que aglutinen i conformen aquest Govern. Però també ambició. Legítima ambició, perquè un país sense ambició és mort o, en el millor dels casos, s’adorm. I Catalunya no pot adormir-se, avui menys que mai. Les nacions sense Estat propi, nosaltres som una nació amb un Estat compartit, encara s’han d’adormir - o es poden adormir- menys que les altres.

Per aquestes raons entre d’altres, volem i tindrem més competències. I volem i tindrem més capacitat econòmica per portar-les a terme. No oblidem que les polítiques socials si no hi ha potència econòmica no se sustenten.. però també volem donar un impuls als sectors de futur, d’alt valor afegit, incorporant plenament en tots els àmbits i en tots els territoris les tecnologies de la informació i de la comunicació. I també cal desenvolupar polítiques industrials actives i que això ens porti no tan sols benefici a les empreses, sinó foment de l’ocupació.

Aquest Govern ha volgut plasmar la seva acció política en la llibertat personal i nacional, en el progrés econòmic, la justícia social i la seguretat. Però no només això, que no és poc. També mitjançant un programa econòmic ambiciós, molt ambiciós, ha volgut assumir un compromís cívic i un compromís social. Aquest Govern està, també, fermament decidit a reduir fins on sigui possible les desigualtats socials i els desequilibris territorials.

No podem permetre que el desenvolupament de la nostra societat convisqui amb un creixement de les desigualtats i amb el sorgiment de fenòmens d’exclusió social profunds. Hi ha societats que no ho volen veure, o no ho saben veure. I, per tant, són fenòmens que coexisteixen i acaben arruïnant no sols la cohesió sinó, de vegades, també la convivència. No volem que aquest sigui el nostre cas.

Però aquest Govern (perque és d’esquerres) també té una especial sensibilitat envers el civisme, la convivència, el patriotisme compartit, o la capacitat d’acollida, i consciència sobre les injustícies i les desigualtats que es produeixen a casa nostra però també arreu del món. Malgrat això, és evident que el Govern en aquest terreny té limitacions i, per tant, cal doncs que sigui la societat en el seu conjunt la que reaccioni, es bellugui i es posicioni de forma activa tenint com a eixos aquests compromisos.

Per això ara que, després de més de 40 anys de dictadura i 25 de democràcia amb governs de dretes, n’hi ha un d’esquerres cal tancar files i sense regalar res, posant sempre la veritat per davant. Però es fa necessari fer judicis de l’acció de govern partint de la realitat que hem viscut i sabent com han deixat el país els salvadors del no res. Com diu la dita popular: que el llegir no ens faci perdre l’escriure.

Si algú vol contrastar això que escric, només li cal anar a les hemeroteques. Podrà comprovar que s’ha fet més en els últims 2 anys que en els 6 anteriors i ,si no en té prou, serà suficient fer-li una ullada al pressupost d’enguany. Aquest és el pressupost que dedica més diners a polítiques socials en números absoluts i relatius de la història de Catalunya.

Això és governar per la gent i el que han fet altres, un brindis al sol.

APUNTES PARA UN NUEVO MODELO DE FINANCIACIÓN

En una iniciativa inédita hasta la fecha, en materia financiera, una veintena de entidades empresariales catalanas hicieron público, días at...